Nidos de Ruiseñor – {Ouch el Boulboul}

Nidos de Ruiseñor – {Ouch el Boulboul}

Eva 21 octubre, 2015

Últimamente tengo especial interés por la repostería árabe, tanto que en mi poco tiempo libre siempre estoy buscando e indagando sobre su cultura, elaboraciones y procurando aprender a elaborar sus maravillosas recetas. No es fácil, bajo mi opinión, hacen magia cada vez que crean uno de sus pasteles.

Cuando compartí con todos vosotros como hacer los Chamiat, os comentaba que para mi es un tipo de repostería muy elegante y delicada, sin lugar a dudas digna de admiración. Y la verdad que no terminas de apreciarlo hasta que llega el momento que te decides a hacerlo.
Esa es una de las razones que hace que me llame tanto la atención, otra es que es un tipo de dulce con sabores, combinaciones y texturas excepcionales.

La receta que hoy voy a dejaros son estos Nidos de ruiseñor u Ouch el Boulboul.
Si la primera elaboración que os dejé me gustó, esta me gusta más aún si cabe… aunque ya me lo diréis vosotros 😉

La base principal de esta receta es la pasta Kataifi (griego), Kadaif (turco) o Kunāfah (árabe), también denominada como cabellos de ángel (que no el que elaboramos con calabaza!). Se trata de un tipo de fideo muy fino que surgió en Nablus, ciudad palestina del norte de Csijordania, y desde allí se extendió al resto de Palestina y a los países de alrededor.

Este ingrediente ha estado muy presente en la gastronomía de Egipto, Levante Mediterráneo y el Imperio turco Otomano.

Es una pasta elaborada a base de harina y agua que se deja caer, en forma de hilos, sobre una plancha giratoria caliente de manera que van secando conforme se van formando hebras largas. Después se recogen y guardan en forma de madejas.

Este tipo de masa se elabora de tres maneras diferentes; khishnah (tosca), na´ama (más suave) y mhayara (una mezcla de las dos anteriores).

Y probablemente ahora os estaréis preguntando… ¿dónde compró este ingrediente?

En mi caso no tuve que buscar demasiado, lo compré en un supermercado al alcance de todos en España, Alcampo, pero estoy segura que en otros como Hipercor y similares, lo podremos encontrar sin mayor problema. Fuera de España seguro que también podréis localizarla, si no es en tiendas o supermercados, quizás, en tiendas especializadas de este tipo de comida.

Esta base necesita un relleno que la acompañe y, como bien es conocido por todos, la repostería árabe tiene como ingredientes principales los frutos secos y la miel.
Antes de elaborar esta receta busqué mucho sobre ella, y no fue fácil, porque tuve que ayudarme del traductor (bendito Google translate) para poder llegar a blogs árabes y cerciorarme bien como se llevaba a cabo.

Poder entenderlo fue muy complicado, así que me sirvió básicamente de guía de orientación. Pero hubo algo que me gustó más que en el resto y fue ese interior de mazapán. Seguí la misma receta que hice para los Chamiat porque, en su momento y actualmente, me parece muy buena receta.
Por su puesto el aspecto final que nos deja esta chica está a años luz de como quedaron los míos, pero también es verdad que como os comentaba más arriba, ellos hacen arte con las manos.

Los frutos secos quedan totalmente a vuestra elección, en mi caso elegí pistachos (no podían faltar) y anacardos (me chiflan y pensé que en esta elaboración serían un gran acierto). Pero siempre podéis añadir avellanas, nueces, piñones…

Para bañarlos preferí hacerlo con miel en lugar de un almíbar, pero si os gusta más esta segunda opción podéis hacerlo sin problemas. De hecho incluso podéis aromatizarlo un poco si queréis, con agua de azahar, de rosas…

El resultado es increíble y sorprendente a partes iguales. Un bocado crujiente, ligero, dulce, cremoso, lleno de aroma y sabor… Impresionante es poco. Sé que aún seguís con la palabra “ligero” en la cabeza, como es evidente por el aporte energético no va la cosa… pero al paladar puedo aseguraos que para nada es pesado o empalagoso.
¡Por eso tienen tanto peligro!

Ya no me voy a entretener mucho más, os dejo con la elaboración de estos exquisitos dulces y espero que os animéis con ellos y lo compartáis conmigo 😉

Saludos,
Eva {Mrs Hudson}

Nidos de Ruiseñor - {Ouch el Boulboul}

INGREDIENTES PARA 12 PASTELES:

  • 500 g de pasta Kataifi, nos sobrará un poco
  • 240 g de mazapán (receta a continuación)
  • 160-180 g de mantequilla fundida o ghee
  • 80-100 g de pistachos
  • 80-100 g de anacardos
  • 160 g de miel + 20 g de agua

PARA EL MAZAPÁN:

  • 175 g de almendra molida
  • 58 g de azúcar glas
  • 3 g de mantequilla a temperatura ambiente
  • 1/2 huevo L 
  • 1/4 cucharadita de extracto de vainilla
  • 1 cucharada de agua de azahar

*El agua de azahar me refiero al natural, el químico es muy potente (por ejemplo el que podamos comprar en “Riesgo”) y una gota daría demasiado sabor. Abajo especifico como hacerlo.

ELABORACIÓN:

En caso de utilizar ghee en lugar de mantequilla fundida, será el primer paso que deberemos dar. Tenéis cómo hacerlo en este enlace.

Comenzamos elaborando el relleno.

En un bol añadimos la almendra molida junto con el azúcar glas, la mantequilla, la vainilla y el agua de azahar. Mezclamos ligeramente con ayuda de una espátula.

Incorporamos el huevo y trabajamos la mezcla a mano hasta obtener una masa homogénea y manejable. Si observamos que es demasiado seca y al manipularla se agrieta demasiado, entonces añadimos unos gramos más de huevo pero sin excedernos.

Formamos una bola, colocamos en una fuente y cubrimos con film para evitar que se reseque.

* Es importante que cubráis la masa de mazapán, de lo contrario se resecará demasiado.

** En mi caso el agua de azahar lo añadí un poco a ojo, es decir, añadía e iba mezclando y probando el mazapán hasta que me gustaba el sabor sin quedar fuerte debido a la esencia. Además hice el doble de cantidad de lo que os especifico en la elaboración y en mi caso añadía pequeños chorros cada vez.

Montamos los pasteles.

Antes de nada quiero contaros un poco sobre como trabajar esta pasta. Para mí ha sido mi primera vez, hasta el momento nunca la había utilizado antes y he de decir que es mejor seguir estos sencillos pasos antes de meternos de lleno con ella.

Lo primero de todo que debemos hacer es atemperarla unos 30-40 minutos (dependiendo de la temperatura de nuestra casa) antes de trabajar con ella.

¿La razón?

La pasta recién sacada del frío es como un bloque, cuesta mucho más trabajo “abrirla” y separarla. Para que os hagáis una idea es similar a una madeja de lana. Viene plegada y muy unida, y nosotros debemos separar los hilos procurando no romperlos (que se romperán, pero cuento menos la destrocemos mucho mejor) para poder trabajar con ella.

Mientras atempera la pasta pintaremos el interior del molde con la mantequilla fundida. En mi caso he utilizado un molde de muffins como este, pero en caso de que dispongáis de aros de pastelería en casa (eso sí, unos cuantos del mismo tamaño) podréis sustituirlo por este molde 🙂

Buscando el enlace para mostraros el molde que he utilizado, he encontrado este otro con 12 moldes cilíndricos individuales, que me ha parecido fantástico, sobre todo para este tipo de elaboración, por su altura.

Pasado el tiempo de atemperado…

Una vez que tengamos esa madeja de hilos de pasta estirada y separada, procederemos a darle un ligero baño de mantequilla.

Nidos de Ruiseñor - {Ouch el Boulboul}

Aquí hago un pequeño inciso, esta pasta absorbe muchísima cantidad de mantequilla. Toda aquella que le queráis dar la recibirá con los brazos abiertos. Por esa razón os cuento un poco del modo que yo lo hice.

La cantidad de mantequilla final que utilicé ronda los 180 g. Para impregnar los hilos lo haremos ayudándonos de un pincel o brocha, pintamos por encima de los hilos de manera generosa y extendemos cogiéndolos entre nuestras manos para ayudar a que la mantequilla llegue a la mayor parte de ellos. Lo haremos de manera suave, como si masajeásemos cabellos.
La mantequilla favorecerá que queden unidos y dorados tras hornearlos, pero siendo comedidos haremos que estos pasteles no resulten pesados (que en absoluto lo serán, os lo garantizo 😉 )

Nidos de Ruiseñor - {Ouch el Boulboul}

Para formar cada pastel cogeremos una madeja de pasta de hilos y procuraremos enrollar sobre sí misma, como si enrollásemos un cinturón (podemos ayudarnos del mango de una cuchara de madera para llevarlo a cabo). Este paso lo hago dos veces, de modo que nos quede un nido con bastante cantidad de pasta.

Introducimos en una de las cavidades y formamos los siguientes.

Nidos de Ruiseñor - {Ouch el Boulboul}

No os agobiéis si el primero no sale muy bien, esta pasta se adhiere mucho a las manos además de que es muy frágil y es probable que os cueste manipular un poco esta masa al principio. Tras hacer dos o tres, todo irá sobre ruedas 😉

Una vez que tengamos toda la masa en el molde procederemos a hacer un hueco en el centro de cada uno de ellos.

Introducimos el dedo índice, o el mango de una cucharilla, en el centro del nido y abrimos con suavidad para crear una abertura. Repetimos el proceso con el resto de nidos.

Nidos de Ruiseñor - {Ouch el Boulboul}

Precalentamos el horno a 180ºC con calor arriba y abajo.

Rellenamos los nidos de ruiseñor.

Formaremos bolas de mazapán de 18-20 g cada una, colocamos en el hueco del nido y presionamos suavemente para aplanarla.

Nidos de Ruiseñor - {Ouch el Boulboul}

Finalmente decoramos la parte central sobre el mazapán, de manera generosa, con anacardos o pistachos. En mi caso decoré la mitad con un tipo de fruto seco y la otra mitad con el otro (aunque os adelanto que los de anacardos están… ¡sin palabras!)

Nidos de Ruiseñor - {Ouch el Boulboul}

Terminamos de “mejorar” los nidos.

Este paso es opcional pero yo quería obtener unos nidos “recogiditos”, sin hilos sueltos por todos lados. Para ello me ayudé de una cuchara de café, fui remetiendo estos hilos con cuidado hacia el borde del molde y presionando suavemente la parte superior para que quedará unido.

Con ayuda del pincel terminamos por dar pequeños toques de mantequilla sobre la superficie (muy sutiles) e introducimos en el horno a media altura durante 25-30 minutos.

El tiempo es aproximado, deberéis observar el color de los nidos. Deberemos obtener un ligero color dorado.

Mientras los pasteles se están horneando preparamos la miel.

En un cazo añadimos la miel junto con el agua, colocamos a calor medio bajo y dejamos durante 2-3 minutos. Obtendréis una especie de almíbar, reservamos.

Sacamos del horno y pintamos con la miel que teníamos reservada. Lo ideal es ayudaros de una pequeña cucharilla de café para verterla sobre ellos.

Dejamos enfriar por completo dentro del molde. No os preocupéis que no se quedarán pegados a este 😉

Una vez que estén fríos, podremos desmoldarlos sin romperlos. Para sacarlos del molde podéis ayudaros de una pequeña pala/espátula de metal o incluso un cuchillo sin punta, introducís por un lateral y levantáis con suavidad. El pastel saldrá sin problemas 😉

CONSERVACIÓN: Se mantendrán en perfecto estado en una campana de cristal durante 7-8 días, pero ya os adelanto que no van a durar tanto…

Nidos de Ruiseñor - {Ouch el Boulboul}
Nidos de Ruiseñor - {Ouch el Boulboul}
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