Honeycomb {Panal de abeja}
Esta receta llevo tras ella casi 2 años, recuerdo que la vi en una portada de un libro (en Pinterest) y me enamoró al instante. No tenía ni la más remota idea de lo que era pero su apariencia, estructura, color… me fascinó. Me guardé la imagen y la marqué en recetas pendientes. Desde entonces he pensado en hacerla en multitud de ocasiones pero al final, por unas cosas u otras, he ido posponiéndolo hasta hoy. Os presento este dulce llamado “Honeycomb”.
No puedo entender aún el porqué he tardado tanto en hacerlo. Es una receta que siempre la he tenido en mente pero, mal comparado, es como cuando escribes algo y se tira guardado años en un cajón hasta que ve la luz… pero en este caso, ¡con una receta! 😀
Tengo un cuaderno en el que voy anotando todo aquello que quiero hacer, ideas que me surgen, inspiraciones que he visto, ingredientes que creo que combinarán bien… Una mezcla de ideas y conceptos que puede resultar algo caótica para quien la vea por primera vez pero que, para mí, es esencial en mi día a día.
Por fin puedo tachar esta elaboración después de tantos meses.
Aún recuerdo cuando vi aquella imagen, en seguida me puse a buscar información sobre la receta y cómo elaborarla. La verdad que pensé que iba a ser mucho más complicada de realizar puesto que esa estructura parecía más laboriosa. Todo lo contrario, es sencillísima de hacer y muy vistosa para decorar nuestros postres o acompañar nuestro café, por ejemplo.
Su aspecto nos recuerda a un panal de abeja, de ahí su nombre Honeycomb, aunque también la denominan esponja de toffee en Canadá, cinder toffee (toffee de ceniza) en Inglaterra o sea foam (espuma de mar) en California. La estructura interior se consigue gracias a la reacción que origina el bicarbonato en contacto con el almíbar tan caliente. Este se descompone liberando dióxido de carbono que queda retenido, creando una malla interior que da forma a ese “panal de abeja”.
Si no nos gusta la miel podemos sustituirlo por algún tipo de azúcar invertido como el Golden Syrup o Corn Syrup y saborizarlo con un par de cucharaditas de extracto de vainilla. Que no sea por falta de opciones 😉
A partir de ahora tendréis una idea más para decorar vuestros postres o para servir a modo de cracker dulce con el café después de la comida.
Saludos,
Eva {Mrs Hudson}
INGREDIENTES PARA EL HONEYCOMB:
- 170 g de azúcar blanco
- 2 cucharadas de miel o Golden Syrup (2 Tbsp)
- 2 cucharadas de agua (2 Tbsp)
- 1 y 1/2 cucharada de bicarbonato (1 y 1/2 Tbsp)
ELABORACIÓN:
Antes de disponernos a preparar esta receta debemos tener preparados todos los ingredientes y utensilios que necesitaremos para llevarla a cabo puesto que es un proceso que elaboraremos bastante rápido y no podemos distraernos entre paso y paso.
Preparamos un molde o recipiente en el que vayamos a verter la mezcla para que enfríe. El tamaño de este dependerá un poco del grosor que queráis obtener, en mi caso he utilizado un molde de 20 x 9 cm, pero podemos variarlo sin problemas o incluso verterlo sobre una silpat.
Engrasamos y forramos el molde con papel de horno, reservamos.
En un cazo añadimos el azúcar junto con el agua y la miel. Colocamos a calor medio y dejamos hasta que alcance los 150ºC, para ello nos ayudaremos de un termómetro digital. Observaremos que la mezcla burbujea mucho y toma una tonalidad ligeramente dorada.
Añadimos el bicarbonato, de golpe no poco a poco, y mezclamos rápidamente (y muy bien) unos segundos. Debemos mezclar el bicarbonato adecuadamente de lo contrario el resultado final, en cuanto a sabor, resultará ligeramente salado.
Tomará volumen y se volverá blanquecina. Vertemos sobre el molde/bandeja con silpat que teníamos preparada, sin extender ni golpear, para no perder las burbujas que se generan con la reacción que produce el bicarbonato.
Dejamos enfriar completamente a temperatura ambiente alrededor de 2 horas. A medida que enfríe el volumen bajará un poco y se establecerá, es normal.
Una vez que haya enfriado por completo, sacamos del molde, retiramos el papel de los laterales y procedemos a partirlo en trozos. Es una variedad de caramelo que podemos presentar de muchas maneras; bañado en chocolate, troceado sobre un helado como topping, acompañado de yogur y frutos, cheesecakes… o simplemente disfrutarlos así, sin nada más 😉
CONSERVACIÓN: Para mantenerlos crujientes durante más tiempo, lo ideal es guardarlos en un recipiente hermético o caja de metal. Podemos conservarlos un mes sin problemas.
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