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Cuña de crema y chocolate – Bollo años 80-90s

Después de dejaros hace un par de semanas la receta para elaborar los famosos Cuernos de Chocolate, me habéis pedido mucho que os dejara cómo hacer las Cuña de crema y chocolate, también conocidos como Triángulo de chocolate. Pues bien, ¡dicho y hecho! Ya podéis volver a vivir momentos frenéticos de locura, repletos de felicidad y alegría como los de vuestra infancia con estos triángulos de crema.

Si algo se puede destacar de ellos, es que eran los bollos eternos e infinitos. No tenía fin, parecía como si Mary Poppins lo hubiera sacado de su bolso. Lo comentaba el otro día por Instagram. Si existía algo que no te importaba compartir con los demás, sin poner los dedos para marcar hasta donde podían morder, era este bollo. Jamás se terminaba. Algo que es normal porque era el bollo más grande e inmenso del mundo entero o al menos es como yo lo recuerdo.

Repostería de los años 80-90’s.

Además de haberme pedido la receta de estas cuñas de crema y chocolate o triángulos de chocolate (cada uno lo llamamos de forma diferente, incluso viviendo en la misma ciudad), me habéis sugerido hacer muchas otras recetas de bollos de aquella época. Pero si nos fijamos bien, no había una gran variedad de bollos. Sobre todo en pastelerías/panaderías.

El otro día hablando con mi pareja sobre este tema, nos pusimos a pensar y recopilar bollos de nuestra infancia que no vinieran embolsados o empaquetados de fábrica. Pues, a no ser que nos falle la memoria (que todo puede ser), solo recordamos los donuts, cuñas o triángulos de chocolate, los cuernos de chocolate, cañas de crema y… Poca cosa más. Es cierto que si ibas a una cafetería con tus padres, estaban los clásicos pepitos de crema (que podían estar cubiertos de azúcar o chocolate). Pero quitando esto, junto con los croissants, napolitanas y palmeras… Los bollos estaban bastante limitados.

Cómo recuerdo esas palmeras, gigantes, blanditas y con cobertura fondant… Se me caen las lágrimas.

Eso sí, estoy dejando a un lado los clásicos tipo Phoskitos, Pantera Rosa, Bollycao, Tigretón… Más bien nos centramos en esos bollos que te daban con servilletas de papel (para comértelo en el momento) o bien te envolvían en papel de resma.

Es posible que haya alguno más que se nos quede en el tintero, de modo que de ser así, estaré encantada de leeros 😉

Recuerdos de mi adolescencia.

Cuando tenía 13-14 años, justo al pasar de octavo de EGB a tercero de la ESO (nos pilló toda la reforma educativa), tuvimos que repartirnos los niños de todos los colegios donde yo vivía en los institutos que había por el momento. Estaban construyendo nuevos, pero no les dio tiempo a terminarlos para la fecha.

De modo que, muchos de nosotros, tuvimos que ir a clase por la tarde-noche. Era horrible. Te costaba madrugar porque no tenías clase, pero entre que te levantabas, desayunabas, hacías deberes… Ya casi tenías que comer para ir a clase porque entrabas a las 3 de la tarde. Igual pensáis, ¿por qué nos cuentas todo este rollo? Pues es verdad, pero el caso es que quería ir a este punto.

Teníamos el recreo a las 18:00 de la tarde. Cerca del instituto había una cafetería- pastelería que se llamaba “Canela”. No sé la cantidad de veces que fuimos a merendar allí a la hora del recreo y, en alguna ocasión y sin maldad, se nos pasaba la hora de volver a cuarta hora y llegábamos a quinta… jajajaja.

Todos, o casi todos los que íbamos allí, nos cogíamos unos donuts (enormes, como de 15 cm de diámetro) para compartir. Estaban cubiertos de chocolate y rellenos con nata montada. Qué maravilla. Qué buenos recuerdos y momentos vivimos aquellos años gracias a la maravillosa reforma educativa y el horario nocturno de las clases. Para el siguiente año ya teníamos horario normal y se nos acabó este chollo… Pero ¡qué nos quiten lo “bailao”!

Breve Inciso Musical Colaborativo.

Ya sabéis que muchas veces me gusta compartir con vosotros alguna canción en el post que he llevado a cabo. Pero, en esta ocasión, he decidido crear una Playlist colaborativa en Spotify donde podremos reunir y juntar entre todos canciones que nos acompañaron durante nuestra infancia- adolescencia.

Por mi parte he añadido algunas, 35 para ser exactos jajaja, pero ¡podría haber puesto muchas más! El caso es que esas son solo para romper el hielo, prefiero que seáis vosotros quienes añadáis las canciones de aquella época que más os gusten.

En este enlace podréis ver, escuchar y añadir canciones a la playlist que he creado “Música años 80-90’s {Bake-Street}” para que podáis bailar y cantar mientras preparáis estos bollos. Yo pienso hacerlo 😉

Cuña o triángulo de chocolate.

Para llevar a cabo estos bollos, seguiremos un proceso bastante sencillo. La masa que he usado está ligeramente adaptada de los bollos de mantequilla de Bilbao. Es una masa que queda muy tierna y esponjosa, de modo que pensé que sería una muy buena opción para llevarlos a cabo.

La crema del relleno, en lugar de ser la clásica y tradicional que os dejo en muchas elaboraciones, es la que hice para elaborar el Flan Pâtissier. A diferencia de la clásica, esta se elabora con una parte de nata líquida dejando una textura muy suave y delicada. Me parecía buena opción cambiar una por otra, pero por supuesto, podéis utilizar la clásica si lo deseáis. Solo un detalle sobre la crema que usamos en esta receta, tarda más en cuajar y adquirir la consistencia deseada. Sed pacientes.

Para la cobertura, en esta ocasión, he usado mayor cantidad de chocolate con leche en lugar de chocolate negro. Además de añadir una pequeña cantidad de manteca de cacao para suavizar y aligerar la consistencia del chocolate. Me ha gustado mucho el resultado final. Un bollo muy tierno y esponjoso, con un relleno de crema muy suave y un exterior de capa fina de chocolate que aporta el dulzor justo y necesario. ¡Maravilloso, maravilloso!

Receta cuña de crema y chocolate

Ingredientes para 6 unidades PARA LA MASA: PARA LA CREMA PASTELERA: PARA LA COBERTURA: MATERIAL QUE NECESITAREMOS:

Elaboración

PRIMER DÍA
Preparamos la masa.
  1. Reservamos 2 cucharadas de leche.
  2. En un bol añadimos la harina junto con los huevos, la leche, la sal y la mitad del azúcar. Mezclamos con el gancho a velocidad 1 o las manos para amalgamar los ingredientes.
  3. Comenzamos a incorporar la mantequilla en la mezcla y trabajamos para integrarla. Alternaremos el añadido de mantequilla con parte del azúcar reservado, amasando entre medias para que los ingredientes comiencen a amalgamar.
  4. Disolvemos la levadura en la leche que habíamos reservado e incorporamos a la masa. Amasamos de nuevo hasta que se integre por completo.
  5. Una vez que hayamos añadido toda la mantequilla, amasaremos hasta obtener un buen desarrollo del gluten. La masa debe ser elástica y no quebrarse. Nos llevará mucho tiempo alcanzar este punto, debemos hacer un amasado intensivo. En mi caso me llevó alrededor de 40 - 50 minutos.
Hacemos la primera fermentación.
  1. Una vez que tengamos nuestra masa perfectamente desarrollada, boleamos.
  2. Engrasamos un tupper o recipiente hermético, introducimos la masa en su interior y dejamos levar hasta que haya crecido 1/3 de su volumen. En mi caso tardó 2 horas y 20 minutos a 22ºC.
  3. Introducimos en el frigorífico y dejamos levar durante toda la noche.
SEGUNDO DÍA
Atemperamos la masa y preformamos.
  1. Sacamos la masa del frío 2 horas antes de preformarla.
  2. Volcamos la masa sobre una superficie limpia y sin harina. Desgasificamos con suavidad.
  3. Preformamos la masa. Para ello, llevaremos los extremos de la masa hacia el centro y boleamos. Dejamos reposar durante 15 minutos tapado con un film de plástico.
  4. Con ayuda de un rodillo, estiramos la masa hasta lograr un diámetro de 25 cm.
  5. Cubrimos con film y dejamos levar hasta que casi triplique su volumen. En mi caso fueron 4 horas a 28ºC controlados.
Horneamos.
  1. Precalentamos el horno a 160ºC con calor arriba y abajo.
  2. Pincelamos con huevo batido toda la superficie e introducimos a media altura.
  3. Horneamos durante 20-22 minutos, debe tomar un ligero y bonito color dorado. Recordad que la temperatura interior debe alcanzar los 88-90ºC para que su cocción haya finalizado.
  4. Sacamos y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Preparamos la crema pastelera.
  1. En una olla mediana vertemos la leche junto con la nata y la vainilla. Colocamos a calor medio y dejamos hasta que alcance una ebullición suave.
  2. Mientras, en un bol amplio batimos las yemas junto con el azúcar y la Maizena, previamente tamizada, hasta homogeneizar por completo.
  3. Una vez que la leche haya llegado a ebullición, vertemos un poco sobre la mezcla de las yemas con la ayuda de un colador para evitar que se cuele nata o semillas de la vainilla.
  4. Batimos rápido con las varillas para templar las yemas y evitar que esta cuaje formando grumos.
  5. Incorporamos el resto de la leche poco a poco y mezclando muy bien cada vez.
  6. Volcamos la mezcla en la olla de nuevo y colocamos a calor medio-suave sin dejar de remover. Observaréis que la textura se irá volviendo más densa, pero tardará un poco. Paciencia.
  7. Una vez que la crema tenga una textura cremosa, como la que os muestro en el vídeo, retiramos del calor.
  8. Vertemos en una bandeja/tupper/fuente (cuanto más amplia, mejor porque enfriará antes). La que he utilizado es esta de Emile Henry (la de tamaño pequeño).
  9. Cubrimos con film transparente a piel, para evitar que encostre, y dejamos enfriar por completo.
Cortamos y rellenamos las cuñas de crema y chocolate.
  1. Con ayuda de una lira, marcamos todo el exterior del bollo. De este modo tendremos una guía para cortarlo recto.
  2. Cortamos, longitudinalmente, con ayuda de un cuchillo de sierra. En mi caso me di cuenta después de cortarlo que debería haber subido más el corte para equilibrar la cantidad de bollo en la parte superior e inferior.
  3. Con ayuda de la lira, marcamos la parte superior y dividimos el bollo en 6 porciones iguales o lo más parecidas posibles.
  4. Cortamos los triángulos con ayuda de un cuchillo de sierra.
  5. Introducimos la crema pastelera dentro de una manga.
  6. Rellenamos cada una de las cuñas con la crema pastelera.
Preparamos la cobertura y cubrimos las cuñas de crema con el chocolate.
  1. Fundimos al baño maría el chocolate negro junto con el chocolate con leche. Y, por otro lado, fundimos al baño maría el chocolate blanco. Este último lo introducimos en una manga pastelera con boquilla lisa de delineado.
  2. Colocamos una rejilla de chocolate sobre una fuente, de este modo podremos recoger el excedente para seguir bañando los bollos.
  3. Ponemos uno de los bollos sobre la rejilla y cubrimos con la mezcla de chocolate negro. En mi caso me ayudé de una cuchara para no verter demasiado de golpe.
  4. Golpeamos con suavidad para asentar el chocolate y favorecer que se forme una capa fina.
  5. Seguidamente, colocamos la rejilla con el bollo sobre un bol distinto (si lo deseamos) y terminamos de decorar. Creamos líneas de chocolate blanco sobre la superficie del bollo.
  6. Con ayuda de dos palas, pasamos el bollo a una rejilla y repetimos el mismo proceso con el resto de piezas.
  7. Dejamos que la cobertura endurezca a temperatura ambiente o bien refrigeramos durante 20-30 minutos.
  8. Servimos.

Notas

Qué os voy a decir que no sepáis ya... Esta cuña de crema y chocolate o triángulo de chocolate es de esas maravillas que, dentro de su simplicidad, nos hacen disfrutar mucho y a lo grande. A mí me gusta mucho recordar momentos en los que he sido realmente feliz. Ese pequeño cuaderno de bitácora de nuestra vida que se va almacenando en nuestros recuerdos. Allí vamos guardando los mejores momentos de nuestro camino y que, muchas veces, nos guían cuando nos perdemos o desviamos ya siendo adultos. Curiosamente, la gran mayoría de ellos, están rodeados de cosas simples y sencillas. Porque son esas las que nos llenan de verdad y nos hacen mejores personas. Igual pensáis que como un bollo puede hacer todo esto, pero no es el bollo en sí, sino todo lo que conlleva a su alrededor; descansos entre clases, amigos, tardes en el parque, secretos compartidos, las hojas de cambiar que llevabas en tu carpeta, descubrimientos, experimentos científicos infantiles, horas jugando, saltando y corriendo, jugar a "alturitas" con la goma, volver a casa agotado/a para bañarte y cenar... Cualquier cosa que formara parte de estos momentos, directamente crea un enlace directo con lo vivido y sus emociones. Por esa misma razón, todas estas cosas, nos conectan directamente con aquellas vivencias tan bonitas e inocentes. ¡Estoy deseando poder ver las vuestras! Os deseo un maravilloso fin de semana. Un abrazo, Eva Este post contiene enlaces afiliados
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