Cesta de Pascua hecha con masa
Hoy os traigo una elaboración que hacia mucho tiempo tenía ganas de preparar, una Cesta de Pascua hecha con masa. A decir verdad, no debe ser necesariamente una cesta para Pascua, puede ser una cesta para acompañarnos en cualquier momento del año. Pero me apetecía decorarla con huevos de Pascua (estamos en época de ello) y flores frescas, simulando que hemos ido a buscarlos por el bosque y volvemos a casa con nuestro botín personal. Nunca está de más tener un poco de magia en nuestro día a día.
Seguro que muchos de vosotros ya sabéis que adoro preparar masas trenzadas. Tuve una temporada en la que elaboré varios panes como este Pan cesta – Flechtkorbbrot o este Pan Shibari. Pero en esta ocasión quería crear un objeto con volumen, que pudiera parecer una manualidad, incluso utilizarlo, pero que a su vez fuera comestible. O ¡comérnoslo si nos apeteciera!
De modo que me lancé de lleno a preparar esta cesta sin saber muy bien como iba a resultar. Es cierto que durante el proceso me fui encontrando algunos pequeños errores que, menos mal, pude solventarlos sin problema. En algunos puntos confié demasiado en el comportamiento de la masa y, por esa razón, veréis en el vídeo pasos que vienen un poco más tarde de lo que debieran. Pero a vosotros no os va a pasar porque ya lo he vivido yo “en mis carnes” para poder daros una solución a cada posible situación.
Estoy enamorada con el resultado.
Por supuesto hay cosas que se pueden mejorar, por ejemplo el acabado interior de la cesta, los cortes de las brochetas, algunas partes del trenzado… Pero estoy contenta con esta idea loca que me dio por hacer y, os aseguro que después de esta experiencia, vendrán algunas más.
En origen la masa iba a ser una masa levada, pero tras pensarlo mucho, ver cómo se comportó y quedó la masa que utilicé para el pastel salado de patatas al curry y espinacas, decidí usar mejor una masa no levada. Estas tienen muchas ventajas puesto que nos permiten modelar mucho mejor y crear decoraciones con mucho más detalle. Además, sabemos con certeza que su aspecto y acabado final va a ser bastante fiel a lo que vemos sin cocer. Eso sí, siguiendo unas pautas.
El proceso de la masa es muy sencillo de llevar a cabo, tan solo tendremos que amasar y dejar reposar durante unas horas para favorecer que la masa se estire sin oponer resistencia. Además de lograr un acabado perfectamente liso y suave.
La parte laboriosa, aunque entretenida, vendrá en el montaje de la cesta. En mi caso os he dejado este formato, pero podéis hacerla redonda, cuadrada, rectangular, ovalada… Como más os guste.
Puesto que esta cesta va a ir rellena con huevos de Pascua, he pensado que sería bonito acompañarla del origen de esta tradición.
Pascua, tradición y simbología.
Las tradiciones y los símbolos de la Pascua han ido evolucionado a lo largo de la historia, aunque algunos de ellos existen y se mantienen desde hace siglos. Para los cristianos, la Pascua, es la celebración de la resurrección de Cristo, pero existen muchas tradiciones pascuales que hoy en día se siguen llevando a cabo, a pesar de no estar detalladas en la Biblia.
El símbolo laico más destacado de la fiesta cristiana, el famoso conejo de Pascua, fue introducido en América por los inmigrantes alemanes que trajeron sus historias de una liebre que ponía huevos. Se cree que la decoración con huevos se remonta al siglo XIII, mientras que el rito del desfile de Pascua tiene orígenes aún más antiguos. Otras tradiciones, como el consumo de caramelos de Pascua, son algunas de los añadidos modernos a la celebración de esta fiesta primaveral.
Muchos estudiosos creen que la Pascua tuvo sus orígenes como una primitiva fiesta anglosajona que celebraba a la diosa Eastre y la llegada de la primavera, en cierto sentido una resurrección de la naturaleza tras el invierno, según Carole Levin, profesora de Historia y directora del Programa de Estudios Medievales y del Renacimiento de la Universidad de Nebraska.
“Algunos misioneros cristianos esperaban que la celebración de los días sagrados cristianos en las mismas fechas que las fiestas paganas fomentara la conversión, especialmente si algunos de los símbolos se trasladaban. Los huevos formaban parte de la celebración de Eastre. Al parecer, estos se comían en la fiesta y también, posiblemente, se enterraban en la tierra para fomentar la fertilidad.”
Una historia alternativa de los huevos de Pascua se ciñe al cristianismo, pero en esa versión los huevos de Pascua pueden haber sido resultado de una cuestión práctica. En aquella época, las normas de ayuno durante la Cuaresma eran muy estrictas. Los cristianos no podían comer carne ni ningún producto de origen animal -incluidos el queso, la leche, la nata o los huevos-, por lo que hervían los huevos que sus gallinas producían durante ese tiempo y los almacenaban para poder consumirlos más tarde, según Henry Kelly, profesor de estudios medievales de la Universidad de California en Los Ángeles. Dado que la Cuaresma termina en el período previo a la Pascua, ese momento en el que se repartirían los huevos (a menudo a los pobres, que no podían permitirse carne para sus celebraciones) se produciría naturalmente justo en torno a la festividad.
Conejo de Pascua.
La Biblia no menciona a una bonita criatura mítica de orejas largas y cola corta que reparte huevos decorados a los niños que se portan bien el domingo de Pascua. Sin embargo, el conejo de Pascua se ha convertido en un símbolo de la fiesta más importante del cristianismo. Los orígenes exactos de esta figura no están claros, pero los conejos son conocidos por ser grandes procreadores, de ahí que sean un antiguo símbolo de fertilidad y nueva vida.
Según algunas fuentes, el conejo de Pascua llegó por primera vez a América en el siglo XVIII con los inmigrantes alemanes que se instalaron en Pensilvania y transportaron su tradición de una liebre que ponía huevos llamada “Osterhase” u “Oschter Haws“. Sus hijos hacían nidos en los que, esta criatura, podía poner sus huevos de colores.
El significado del conejo en Pascua está estrechamente relacionado con su uso histórico como símbolo de fertilidad: la Pascua coincide con la primavera, una época de renacimiento y nueva vida. Momento en el que las flores empiezan a florecer y nacen muchos animales.
Con el tiempo, la costumbre se extendió por todo Estados Unidos y las entregas del legendario conejo en la mañana de Pascua se ampliaron. Además de huevos de Pascua, los niños disfrutaban de chocolate, caramelos y regalos. Los niños solían dejar zanahorias para el conejo por si le daba hambre de tanto saltar.
En Dinamarca, hasta la década de 1920, la tradición sólo se celebraba en Jutlandia y en la isla de Langeland. Hoy en día se ha extendido a toda Escandinavia. El conejo de Pascua trae huevos de chocolate y los esconde en los jardines para que los niños los encuentren el domingo de Pascua.
El origen de los huevos de Pascua.
La Pascua es una celebración religiosa, pero algunas de sus costumbres y tradiciones, como los huevos de Pascua, están probablemente vinculadas a tradiciones paganas. El huevo, un antiguo símbolo de la nueva vida, se ha asociado a las fiestas paganas que celebran la primavera. Desde una perspectiva cristiana, se dice que los huevos de Pascua representan la salida de Jesús de la tumba y la resurrección.
La decoración de los huevos de Pascua es una tradición que se remonta al siglo XIII, según algunas fuentes. Una de las explicaciones de esta costumbre argumenta que antiguamente, los huevos, eran un alimento prohibido durante la Cuaresma. De modo que la gente los pintaba y decoraba para marcar el final del periodo de penitencia y ayuno. Y. por supuesto, posteriormente los comían en Pascua.
SIMBOLISMO PAGANO: Las fiestas paganas que celebran la primavera han utilizado durante mucho tiempo los huevos como antiguo símbolo de la nueva vida. El equinoccio de primavera marca el día en el que la luz se iguala a la oscuridad y continúa creciendo. Es un periodo para celebrar la renovación, con los huevos y las liebres como símbolos de la estación.
Otra de ellas, comparte que los huevos eran especialmente apreciados en Semana Santa porque, antes de la agricultura industrial, las gallinas ponían pocos o ningún huevo durante el invierno. La producción de huevos depende de la luz y, dada la escasez de luz solar durante el invierno, la producción de huevos se estancaba. Cuando llegaba la primavera, las gallinas volvían a poner. Los huevos eran tan apreciados que incluso se utilizaban como pago parcial de los sueldos de los pastores, secretarios parroquiales y sirvientes.
En Estados Unidos, se celebra la carrera de huevos de Pascua en la Casa Blanca. Esta tradición, acontecimiento anual que se celebra el lunes después de Pascua, consiste en que los niños empujan huevos duros decorados por el césped.
La primera carrera oficial de huevos en la Casa Blanca tuvo lugar en 1878, cuando Rutherford B. Hayes era presidente. El evento no tiene ningún significado religioso, aunque algunas personas consideran que el lanzamiento de huevos simboliza el hecho de que la piedra que bloqueaba la tumba de Jesús fue retirada, hecho que lo condujo a su resurrección.
CRISTIANISMO: Para la iglesia, los huevos, simbolizan la resurrección de Jesús. La cáscara dura es la tumba y el pollito que hay dentro es Jesús. Esta explicación es especialmente convincente si consideramos el juego tradicional de rodar huevos por una colina cubierta de hierba. Se supone que esto representa la lápida que rueda para revelar la tumba vacía de Jesús.
La búsqueda de huevos de Pascua es otra actividad muy popular que se celebra el domingo de Pascua. Huevos envueltos en preciosos papeles de colores, se esconden en jardines y parques para que los niños los encuentren.
El huevo de Pascua de chocolate fue fabricado por primera vez por Cadbury’s en 1875.
Dos años después de que J.S. Fry & Sons de Inglaterra ideara el primer huevo de chocolate.
Su producción se debió, en parte, al avance a la hora de separar la manteca de cacao de las habas de cacao, ya que esto permitió trabajar con un chocolate que podía moldearse, como los huevos. Sin embargo, no está claro el por qué un huevo. Lo más probable es que John Cadbury aprovechara la oportunidad de sacar partido a la popularidad de los huevos decorativos de Pascua haciéndolos comestibles.
La práctica de decorar las cáscaras de los huevos es bastante antigua. Ya se llevaban a cabo en huevos de avestruz, se decoraban y grababan. Se encontraron algunos de ellos en África con 60.000 años de antigüedad. Las representaciones de huevos de avestruz en oro y plata se colocaban a menudo en las tumbas de los antiguos sumerios y egipcios.
Uno de los primeros testimonios de huevos teñidos en la historia británica se remonta a 1290, cuando la casa de Eduardo I compró 450 huevos para colorearlos o cubrirlos de pan de oro y distribuirlos entre “el séquito real” para la Pascua, según Stations of the Sun: A History of the Ritual Year in Britain, de Ronald Hutton, profesor de historia de la Universidad de Bristol. El libro también menciona que, dos siglos después, el Vaticano envió a Enrique VIII un huevo encerrado en un estuche de plata como “regalo de temporada”.
Tales objetos también se conocían como “eggsilver“. En la actualidad, los huevos de Pascua decorados más famosos son los huevos de Fabergé, que se presentaron por primera vez a la corte real rusa a finales del siglo XIX.
Receta Cesta de Pascua hecha con masa
PARA LA MASA:
- 525 g harina de tradición francesa, puede utilizarse una harina con un 11-12% proteína
- 150 g agua fría
- 65 g huevo
- 125 g mantequilla sin sal, temperatura ambiente
- 10 g azúcar
- 10 g sal
PARA PINCELAR:
- huevo batido + pizca de sal
PARA DECORAR:
- huevos de Pascua
- flores
MATERIAL QUE NECESITAREMOS:
- amasadora
- rodillo
- rasqueta*
- cuchillo afilado o cortador de pizzas
- cortadores de flores con expulsor (los míos son estos)
- bandeja perforada
- papel de horno
- pincel de repostería
- papel de aluminio + moldes de metal para reforzar durante la cocción
- brochetas de madera de 15 cm (he usado 55 unidades)
- corcho, espuma de embalar o superficie sobre la que podamos pinchar las brochetas
Elaboración
Preparamos la masa.
- Batimos el huevo en un bol.
- Disolvemos, medianamente, la sal y el azúcar en el agua, vertemos en el huevo y volvemos a batir. Reservamos.
- En el bol de la amasadora incorporamos la mantequilla y suavizamos con la pala.
- Añadimos la mezcla de huevo junto con un tercio de harina, mezclamos con la pala.
- Una vez que se haya integrado, continuamos incorporando el resto de harina mientras mezclamos.
- Cambiamos al gancho y amasamos hasta lograr una masa homogénea.
- Podemos continuar amasando en la amasadora hasta lograr una masa lisa y suave o bien podemos pasarla a una superficie de trabajo y terminar de amasar a mano.
- Una vez que tengamos la masa en este punto, aplanamos ligeramente, cubrimos con film y dejamos reposar durante 2-3 horas. En mi caso tuve que salir y estuvo reposando durante 6 horas a temperatura ambiente, 21ºC.
Estiramos la masa para crear la base de la cesta.
- Dividimos la masa en dos partes iguales. Dejamos cubierta con film la mitad con la que no vamos a trabajar.
- Estiramos una de las piezas sobre una superficie de trabajo limpia, procuraremos dar un formato rectangular o alargado. El grosor de la masa debe ser de unos 4-5 mm.
- Damos forma a la base de la cesta, en mi caso he utilizado una tapadera de un tupper con unas dimensiones aproximadas de 17,5 x 20 cm y con las esquinas curvadas. Podéis darle el formato que más os guste o prefiráis.
- Colocamos la tapadera, en este caso, sobre la masa y presionamos. Cortamos con un cuchillo afilado y retiramos el excedente de masa. Envolvemos en film y reservamos.
- Pasamos la base a una hoja de papel de horno, con cuidado para evitar que pierda la forma. Colocamos sobre una tabla y guardamos en el congelador mientras preparamos la otra porción de masa.
Creamos las tiras para decorar la cesta.
- Estiramos una de las piezas sobre una superficie de trabajo limpia, procuraremos dar un formato rectangular o alargado. El grosor de la masa debe ser de unos 2-3 mm.
- Con ayuda de un cuchillo afilado o un cortador de pizzas, igualamos un poco la pieza cortando los bordes exteriores. Cortamos tiras de 3 mm de ancho aproximadamente. En mi caso hice 22 tiras.
- Cubrimos con film para evitar que se reseque la superficie de la masa.
Sacamos la base del congelador y preparamos para formar la cesta.
- Colocamos la base de la cesta sobre una superficie pinchable; corcho, espuma de embalar... Debe ser firme y sólida, pero permitirnos atravesarla con las brochetas para crear el "esqueleto" de la cesta.
- Pinchamos las brochetas de madera alrededor del borde de la base, y atravesando la superficie sólida que nos permita que estas queden bien sujetas, dejando un pequeño margen con respecto al borde exterior de la pieza de la base.
Trenzamos la cesta.
- Cogemos una tira de masa y comenzamos a trenzarla. Debemos hacer zig zag con ella a través de las brochetas (este paso lo veréis mejor en el vídeo).
- Una vez que hayamos colocado la primera tira, dejamos el extremo final colocado hacia la parte interior de la cesta para poder unirlo con otra tira y continuar el recorrido.
- Haremos este mismo paso siempre que terminemos de colocar una de las tiras. En total puse 15 tiras con una altura de 10 tiras, 5 en cada una de las brochetas.
- Al colocar la última tira de masa, aseguraos que la altura de la cesta es igual en toda la superficie. Colocad el extremo final hacia el interior y sellar con la masa para favorecer que quede unida.
Hacemos una trenza para decorar el borde.
- Creamos una trenza de 3 cabos y la colocaremos en el borde superior de la cesta. De ese modo lograremos un acabado final más atractivo.
- Una vez que la tengamos trenzada, humedecemos ligeramente con agua la parte posterior y colocamos en el borde. Ajustamos con cuidado.
- Colocamos los extremos final hacia el interior y sellamos. En caso de tener un excedente de masa, lo retiramos.
- Con ayuda de unos alicates de corte, cortamos todo el excedente superior de las brochetas de madera. Hacedlo con cuidado para evitar dañar la cesta.
Hacemos las asas para la cesta.
- Con las 4 tiras que nos sobran, haremos las asas.
- Cogemos dos tiras y las enlazamos. Una vez que estén unidas, plegamos por la mitad y volvemos a enlazar para dar lugar a una única pieza.
- Sellamos los extremos.
- Colocamos sobre una superficie, que haremos con papel de aluminio, con la forma que deseemos que tengan nuestras asas.
- Sujetamos las asas con dos palillos, cada una de ellas, perforando hasta el papel de aluminio.
- Reservamos a un lado.
Creamos las flores y hojas para decorar el borde superior.
- Para elaborar las flores he utilizado cortadores con expulsor de distintos tamaños. Las hojas están hechas a mano.
- Decoramos el borde de la cesta con las flores y hojas que hemos creado. Estas nos ayudarán a dar un acabado más atractivo a la cesta, además de cubrir las posibles brochetas que queden a la vista.
- Para unir las flores, humedeced la parte posterior con un poco de agua. Además podemos ayudarnos de una brocheta para presionar en la parte central. Este paso nos ayudará a unirla, además de darle volumen.
- Una vez que tengamos la cesta montada, refrigeramos sin cubrir ni tapar, hasta el día siguiente, junto con las asas colocadas en un lateral (las colocaremos después de la cocción). En mi caso estuvo alrededor de 19 horas a 4ºC.
Horneamos.
- Precalentamos el horno a 190ºC con aire.
- Retiramos la cesta de la superficie pinchable, hacedlo con mucho cuidado (y con la masa muy fría, tras el reposo de la noche) para evitar dañarla.
- Con ayuda de unos alicates de corte, cortamos el excedente de la base de las brochetas.
- Colocamos la cesta sobre una bandeja perforada.
- Pincelamos la cesta con huevo batido con sal, debemos procurar cubrir toda la superficie de este, pero evitar que haya un exceso de huevo en los huecos. El resultado final no sería atractivo.
- Rellenamos el interior, muy bien, con bolas de papel de aluminio. Necesitamos que la cesta tenga un soporte interior para que durante la cocción mantenga su forma.
- Introducimos en el horno, colocamos moldes rectangulares en la parte cercana a la puerta y los dos laterales, dejando la parte delantera sin molde delante (estos harán de pequeña contención para favorecer que se mantenga la forma). No debemos pegarlos a la cesta, de lo contrario y con el huevo, corremos el riesgo de que se peguen. Pero sí deben estar cerca para aportar esa "seguridad" que puede que necesitemos. Al cocer con aire, la superficie se secará muy rápidamente.
- Cocemos a media altura, sobre una bandeja perforada preferiblemente, durante 5 minutos. Reducimos a 180ºC con aire y cocemos durante 35 minutos más.
- Sacamos y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Montamos las asas y decoramos.
- En la base de cada asa, hacemos unos pequeños agujeros con ayuda de un cuchillo y, posteriormente, con una brocheta para darle profundidad.
- Para colocar las asas, lo ideal, es haber dejado dos brochetas al aire en cada lateral de la cesta para ajustarlas ahí. En caso contrario, siempre podréis pinchar unas brochetas largas dentro de la base de la cesta y muy pegado al borde. De modo que simule que está unido con el borde de la cesta.
- Para decorar el interior, he dispuesto un poco de papel de resma arruga (para ocupar gran parte del interior) y, además, este me ayuda a sujetar las flores y los huevos de Pascua.
- Podemos colocarlo como centro en la mesa a la hora de servir los postres (ya sea en Pascua o en cualquier otro momento del año!).
Notas
- La harina que he utilizado es una harina de tradición francesa, de modo que no puedo detallaros la fuerza que contiene porque no la especifica. Es una harina con un 11-12% de proteínas, por lo que podéis usar una de características similares.
- La cantidad de agua de la masa tendréis que ajustarla acorde a la harina que uséis, es posible que en algunos casos requiera de un poco más de cantidad. La masa debe ser agradable al tacto, no seca o dura.
- Batir el huevo con el agua, la sal y el azúcar, favorece mucho que estos elementos se integren en la masa y que no formen grumos (esto último por el huevo debido a su textura).
- Debemos dejar reposar la masa para que el gluten se relaje y, de ese modo, poder estirarla y trabajar con ella sin problemas.
- Las tiras de masa se estirarán un poco cuando las manipuléis y las coloquéis en el esqueleto que hemos creado con brochetas. Esto es completamente normal, pero si es importante procurar no levantarlas mucho para que se estiren en exceso y el grosor resulte demasiado fino.
- Las decoraciones pueden ser a vuestro gusto, os he dejado esta sugerencia, pero podéis cambiarlas si lo deseáis.
- Para cortar las flores con el cortador con expulsor, debéis marcarlas muy bien y pulsar, varias veces, el expulsor para que la masa salga sola. Si las sacamos con la mano, podemos hacer que pierdan la forma sin querer.
- Es, MUY IMPORTANTE, dejar reposar la cesta, montada y decorada, en el frigorífico durante toda la noche. De ese modo la masa, al día siguiente, estará muy dura y no nos perderá la forma durante la cocción.
- Añadir un poco de sal al huevo para pincelar, favorecerá que se licue un poco, algo que nos permitirá pincelar mucho mejor el pastel y las decoraciones.
- Mucho cuidado con no pincelar con un excedente de huevo, en los huecos o flores, o el resultado final no será tan atractivo.
- No olvidéis rellenar el interior con papel de aluminio para ayudar a mantener la forma de la cesta. Los moldes que colocaremos en el horno, servirán de apoyo para evitar que pueda deformarse ligeramente la cesta.
- La cocción con aire favorece que la superficie seque antes y, por lo tanto, otro punto a favor para que nuestra cesta mantenga la forma tras la cocción. Además de lograr un color uniforme precioso.
- Debemos dejar enfriar la cesta antes de montarla, rellenarla y decorarla.
- Se puede conservar a temperatura ambiente durante mucho tiempo. Si lo vamos a consumir, lo ideal es no dejarlo mucho para evitar que se reseque en exceso.
Sé que esta Cesta de Pascua hecha con masa es de esas cosas que, de hacerlas, tenemos que tener la motivación muy alta. Pero os digo una cosa, el solo hecho de sentarte y ponerte a elaborar algo con tus manos, te llena plenamente. Nada puede aportar más satisfacción que hacer algo por ti.
Es cierto que cuando dedicamos tiempo a una cosa, queremos que salga bien. Y, a ser posible, a la primera. Pero por desgracia, estas dos variantes no siempre coinciden en un mismo instante. Si sale mal, siempre aprenderemos algo. Todo aquello que no nos permite avanzar, nos facilita aprender. Siempre se lo digo a los alumnos de mis cursos, nunca gastamos tiempo en vano aunque el resultado no sea el esperado.
Con esto quiero animaros a elaborarla sin temor a cómo sea el resultado final. Lo importante es intentarlo, probar a hacer lo que deseemos y, si sale bien, disfrutarlo. Y si no, sacar el lado positivo que seguro lo tiene.
Para aquellos que os vayáis de viaje durante esta Semana Santa, ¡disfrutad mucho! Y para los que no, como yo, ¡disfrutadlo también al máximo!
¡Os deseo un maravilloso fin de semana! Nos vemos a la vuelta de Semana Santa :)
Eva
Fuentes: History, Scandinavia Standard, Time
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