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Flandango, tarta de flan de piña

Flandango, tarta de flan de piña

Continuamos con la “saga de recetas retro” y en esta ocasión cedemos el paso a esta maravilla elaboración, Flandango, tarta de flan de piña. Sé que el nombre no le hace justicia… Pero ¡no es cosa mía! He de decir que al igual que me pareció algo hortera, también me enamoró. Como todo lo que comparto con vosotros, la verdad. Porque no tendría mucho sentido que os dejara elaboraciones que no me gustan o que considero que podrían estar mejor.

La receta de hoy no es fiel a la receta original, en este enlace podréis verla en un cartel vintage que me flipa. La razón por la que no llevé a cabo la receta original es porque no me terminaba de convencer el modo en el que se llevaba a cabo. Considero que flan, flan, no es. Pero he procurado ser fiel a su presencia y a muchos de los ingredientes con los que se elaboraba. Espero que os guste esta versión que os dejo tanto como la original, en caso de que alguno de vosotros la haya probado.

La tarta es muy sencilla de hacer y recuerda mucho a elaboraciones de nuestra infancia. Tartas caseras que hacían nuestras madres o abuelas y que, siempre, se recibían con un apogeo increíble. Se trata de una tarta hecha con una base de galleta triturada con mantequilla fundida sobre la que se dispone un relleno cremoso, en este caso un flan de piña. La decoración no podía llevarse a cabo de otra manera, tenía que ser así. Llamativa, recargada y kitsch. Me encanta, no lo puedo remediar.

Flandango, tarta de flan de piña.

En esta ocasión y muy a mi pesar, no tengo un origen que compartir con vosotros. Esta elaboración es parte de un cartel para un anuncio vintage australiano del año 1978. Seguramente fuera una de la tantas recetas que llevó a cabo la marca para promocionar su leche condensada. Y, de ese modo, crear interés en el público para querer comprarla.

La peculiaridad de este flan reside en uno de sus ingredientes que aporta dulzor y textura, la leche condensada.

No sé si a vosotros os pasó igual cuando eráis pequeños, pero recuerdo que este ingrediente era lo más. El famoso “café bombón” hecho con leche condensada era una de las 7 maravillas del mundo. Veías el vaso de cristal con la base blanca de leche condensada (como poco tenían que ser 2-3 dedos de altura) y sobre ella reposaba una buena cantidad de café recién hecho. No solo era visualmente muy atractivo, sino que además estaba buenísimo.

Y qué me decís de los sandwiches de leche condensada. Esto era una merienda muy de los 90s. Te daba hambre y cogías dos rebanadas de pan de molde, en su momento “Semilla de Oro” era de lo mejor que había no como ahora, vertías una buena cantidad de leche condensada sobre una de las rebanadas (si rebosaba los bordes, mejor que mejor) y colocabas como tapa la otra rebanada. No recuerdo merienda más empalagosa que esta a excepción de los sandwiches de 3 pisos de Nocilla. Ahora sería incapaz de comerme algo así XD

Supongo que con el boom de este ingrediente, se crearon infinidad de recetas entre la que podemos encontrar esta maravilla retro-vintage-old fashioned, “Flandango“. El nombre me suena muy flamenco, la verdad.

Al no poder hablaros sobre su origen, sí lo haré sobre el origen del flan. Porque, a pesar de haberos dejado varios flanes en mi web, aún no os he contado el origen de este. A excepción del origen del Flan Pâtissier que nada tiene que ver con un flan, más allá de su nombre.

Origen del flan.

El flan, ese postre tan clásico y exquisito, tuvo su origen en la antigua Roma donde lo llamaban “tyropatina“.

Marco Gavio Apicio fue un sibarita romano del siglo I de la era cristiana que gastó una gran fortuna para conseguir y disfrutar de los más refinados manjares. Además de llevar a cabo recetas complicadas para la época. A él se atribuye la invención de foie gras, obtenido del hígado de gansos alimentados con higos. También se lo considera el autor de “De re coquinaria“, aunque parece ser que este libro viene de un manuscrito del siglo V.

Parece ser que a Apicio se le atribuye la primera descripción del “tyropatina“, que no de su creación, que pudiera venir de una época anterior a la era cristiana.

La traducción de la receta diría algo así: “Toma leche, la cantidad que calcules para este plato. Mézclala con miel hasta endulzarla. Pon cinco huevos para medio litro, o si es un cuarto de litro, tres huevos. Disuélvelos en la leche hasta que se hagan una sola cosa. Cuélalo en un cuenco de barro cocido y cocínalo a fuego lento. Cuando se cuaje, espolvorea de pimienta y sírvelo”.

En la antigua Roma creían que los huevos además de ser nutritivos, eran buenos para los problemas del hígado y los riñones, que incrementaban la fertilidad y mejoraban el tracto urinario. Los romanos copiaron el proceso de mezclar leche con huevos, para obtener diferentes elaboraciones, de la cultura griega. Os recuerdo este postre griego, Melopita, que os dejé hace 9 años ya…

El “tyropatina” también se menciona en la obra del poeta latino Venancio Fortunato, que vivió en el siglo VI y fue autor de himnos litúrgicos, obispo de Poitiers, Francia, y santo de la Iglesia católica. A diferencia de nosotros, ellos elaboraban el flan en versión tanto dulce como salada ya que existe la certeza de que le ponían pimienta.

El postre presentaba muchas variaciones saladas, incluida la anguila aromatizada con pimienta y miel, que era el único edulcorante de la época. Roma conquistó Europa por completo, llevándose sus costumbres, creencias y recetas. Cuando el Imperio Romano cayó en el 476 d.C., el flan sobrevivió y se convirtió en el dulce manjar que se apoderó de las tierras recién conquistadas.

En la Edad Media, el “tyropatina” se volvió popular.

Dentro de la posibilidad de acceder a los huevos, puesto que no era un ingrediente muy accesible o abundante. Esta elaboración se consumía, sobre todo, durante la Cuaresma, período en que estaba prohibido comer carne. Fue a partir de ese momento donde se le denominó “flado” (torta plana en latín medieval) a una preparación de huevos cuajados en versiones saladas y dulces, con pescado, verduras, frutas, queso y miel.

En Francia y España, la variante dulce del “flado” comenzó a servirse como postre, invertido, con una salsa de caramelo en su base, que pasó a llamarse “flan” en la península ibérica y “crème renversée au caramel” entre los galos. Fueron los españoles quienes lo llevaron a América, donde se convirtió en un manjar. Los españoles eran los que más adoraban este postre y le añadieron salsa de caramelo. Como habían hecho los romanos, cuando el conquistador español Hernán Cortés desembarcó en la península mexicana de Yucatán en 1518, trajo consigo el flan. El flan fue adoptado como postre internacional del movimiento “La Raza” por latinos, centroamericanos y norteamericanos por igual. Los mexicanos, en particular, hicieron del flan parte de su comida cotidiana.

Los argentinos procedieron a añadirle dulce de leche y, en algún momento, alguien decidió acompañarlo con crema batida o nata montada. Naciendo así el “flan mixto“.

De aquí ya todo fue rodado para ir evolucionando a otros postres como el famoso “Postre Pijama” o el flan con nata y nueces.

Llevando a cabo la tarta flan de piña, Flandango.

Como os comentaba más arriba, la receta que os dejo no es la que se comparte en el cartel o anuncio. No me terminaba de convencer. Por esa razón, procurando usar los mismos ingredientes, elaboré otra receta que bajo mi humilde opinión, resultaría muy buena bajo mis gustos personales.

La base de la tarta es como la original, una base de galleta triturada con mantequilla fundida. Fácil y resultona siempre, sobre todo para las famosas tartas de queso. El relleno lo llevaremos a cabo preparando un flan de piña. Para llevar a cabo este flan, me basé en la receta que os dejé hace tiempo de flan de chile serrano y tamarindo. Este flan es una receta de Ottolenghi que versioné en su momento (el lo hace con mandarina y chile ancho). Puesto que la receta original de Flandango se elabora con leche condensada, pensé que esta receta de Ottolenghi sería un sustituto ideal. Obtendría un resultado cremoso y con mucho sabor.

Para aromatizar el flan usaremos un puré de piña que podemos llevar a cabo con piña natural o piña en su jugo. No en almíbar porque sería demasiado azúcar… Ya llevamos bastante con la leche condensada.

El proceso es tan fácil como disponer la base de galleta, refrigerar para que endurezca, mezclar todos los ingredientes del flan y verter en el molde. Con mucho cuidado. Finalmente, horneamos al baño maría y dejamos reposar toda la noche en el frigorífico. Al día siguiente solo nos quedará darle el toque final a la decoración; trocitos de piña, cerezas en almíbar y nata montada o crema de nata y mascarpone.

Esta tarta Flandango o tarta de flan de piña, es un postre muy fácil de llevar a cabo, que podemos dejar hecho con antelación a falta de decorar unos minutos antes de servir. Quedaremos como Reyes con este postre que, además, resulta muy fresquito para estos días de calor.

Receta Flandango, tarta de flan de piña

Ingredientes para un molde de 26 cm diámetro superior, 6 cm de altura y 21,5 cm de diámetro inferior PARA LA BASE DE GALLETA: PARA EL FLAN DE PIÑA: PARA DECORAR: MATERIAL UTILIZADO Y VISIBLE EN EL VÍDEO:  

Elaboración

PRIMER DÍA
Preparamos la base de galletas.
  1. En un procesador de alimentos introducimos las galletas y procesamos hasta pulverizar por completo. Si lo deseamos, podemos introducir las galletas en una bolsa tipo zip y machacarlas con ayuda de un rodillo.
  2. Volcamos las galletas trituradas en un bol y vertemos la mantequilla fundida. Mezclamos hasta homogeneizar por completo.
Preparamos el molde.
  1. Disponemos la mezcla de galletas en la base del molde cerámico.
  2. Cubrimos los laterales con la mezcla de galletas y ajustamos con las manos. Es importante procurar hacer una base de galleta que no sea extremadamente gruesa, pero tampoco muy fina. Debemos poner especial atención en la esquina del molde que una la base y el lateral del molde.
  3. Alisamos la superficie con ayuda de una cuchara o un rodillo pequeño, tanto en la base como en los laterales.
  4. Refrigeramos mientras preparamos el flan de piña.
Preparamos el flan de piña.
  1. En un procesador de alimentos introducimos la piña y procesamos hasta conseguir un puré.
  2. Volcamos en un cuenco, junto con el jugo que ha soltado, reservamos.
  3. En un bol amplio, añadimos los huevos junto con la leche condensada, la nata, la leche, el puré de piña, la sal y la vainilla.
  4. Mezcla con ayuda de una varilla manual hasta lograr una mezcla homogénea y uniforme.
Vertemos en el molde y horneamos.
  1. Precalentamos el horno a 180ºC con calor arriba y abajo.  Introducimos, a media altura, una fuente amplia con agua hirviendo. El flan lo hornearemos al baño maría.
  2. Con ayuda de un cazo, vertemos la mezcla de flan en el molde. Lo haremos con mucho cuidado para evitar que se desprenda la base de galleta. Os aconsejo terminar de llenar el molde en el interior del horno. La razón es que mover este molde lleno, hasta casi el borde, es muy complicado. Con total seguridad se nos caerá parte al suelo.
  3. Para cubrir la parte superior, en lugar de cubrir el molde con el papel de aluminio (al tocar el molde y no estar cocido el relleno, la base de galleta se desprenderá), colocaremos una rejilla en la parte de arriba y cubriremos con papel de aluminio.
  4. Horneamos al baño maría durante 3 horas. Cuando el flan esté hecho, la consistencia central será "bailonga", pero a la vez observaremos que tendrá un poquito de firmeza. En el vídeo podéis ver cómo toco la parte central y esta se mueve.
  5. Apagamos el horno y dejamos reposar 1 hora dentro de este, con la puerta cerrada.
  6. Pasado este tiempo, sacamos y colocamos sobre una rejilla. Dejamos enfriar por completo.
  7. Una vez que haya enfriado, refrigeramos durante toda la noche o hasta el día siguiente.
SEGUNDO DÍA
Preparamos la crema de mascarpone.
  1. Vertemos la nata junto con el mascarpone en el bol frío y comenzamos a montar con unas varillas eléctricas a velocidad 1.
  2. Una vez que comience a tomar cuerpo, añadimos el azúcar poco a poco y sin dejar de batir. Aumentaremos la velocidad de manera gradual, pero sin llegar nunca a la máxima. Lo ideal es una velocidad media.
  3. Batiremos hasta que obtengamos una nata con mucho cuerpo. Pero con cuidado de no sobre batirla o haremos mantequilla…
  4. Refrigeramos hasta el momento de decorar la tarta.
Decoramos nuestra tarta Flandango.
  1. Decoramos los bordes de la tarta con trocitos de piña en su jugo y cerezas en almíbar.
  2. Disponemos en el centro del flan de piña la crema de nata y mascarpone. En esta ocasión no he usado manga pastelera, tan solo necesitaremos una cuchara para extenderla.
  3. Decoramos la crema de nata con láminas de coco deshidratado y coco rallado deshidratado.
  4. Terminamos de decorar con cerezas Marrasquino y unas hojas de hierbabuena fresca.
  5. Servimos.
  6. NOTA: Si estáis preocupados por cómo se desmoldará, os adelanto que MUY BIEN. La base de galleta se humedece con el flan y, tras hornearse, reposar y enfriar, se desmolda con muchísima facilidad.

Notas

Si os están gustando las recetas que os dejo en el recopilatorio vintage, no podéis dejar de probarla... Flandango, tarta de flan de piña. Con todo su estilazo. Porque no puede ser de otra manera. A mí estas decoraciones me pierden... Siento que estoy allí, en aquella época. Con mi vestido precioso, mi cocina con su ventana vestida con unos visillos transparentes, y ligeramente recogidos, que dejan pasar el sol, estanterías repletas de utensilios vintage, moldes de cobre, jarrones de cristal llenos de flores... Y una encimera a rebosar de dulces recién horneados. Qué bonito todo. Espero que lo viváis con la misma intensidad, que os animéis a prepararla y compartáis conmigo todas las emociones que surgen gracias a ella. ¡Os deseo que paséis un maravilloso domingo! Una brazo inmenso, Eva Fuentes: Socarrat NYC, La Nación Este post contiene enlaces afiliados.
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