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Jelly Roll Cream Cake – Pastel de crema y cerezas

Jelly Roll Cream Cake - Pastel de crema y cerezas

Debo deciros que últimamente estoy en mi salsa… Nada puede gustarme más que recrear elaboraciones retro o vintage, sobre todo aquellas que comprenden los años 50-60. Me siento muy identificada con esta época y estilo. Tras la increíble Pineapple Upside Down Cheesecake, os dejo esta preciosísima tarta conocida como Jelly Roll Cream Cake – Pastel de crema y cerezas. Pero es mucho más que todo eso.

Los que me conozcáis, sabréis bien que el estilo de esta tarta fue lo que me fascinó en un primer instante. Aún sin saber de qué estaba hecho o como elaborarla, ya sabía que la iba a hacer. Esos laterales de bizcocho enrollado con espiral de mermelada… Pero qué fantasía. El relleno, la decoración, todos y cada uno de los detalles que comprenden esta tarta, me enamoraron.

Como conocí el Jelly Roll Cream Cake – Pastel de crema y cerezas.

Fue gracias a Pinterest, como en muchas otras ocasiones. En el momento en el que muestras un mínimo de interés por algún tema, en mi caso recetas concretas, no paran de salirme sugerencias de elaboraciones que considera me van a gustar. Y, en su inmensa mayoría, así es.

Me enamoré completamente.

La tarta forma parte de un libro de cocina llamado “Carnation Cook Book” por Mary Blake (si pinchas este enlace, podrás verla en la tercera imagen del carrusel). Os contaré que, como dato curioso, estuve bastante tiempo buscando información sobre esta supuesta escritora gastronómica, Mary Blake, sin encontrar nada.

Me resultaba muy extraño que no hubiera nada en internet sobre ella y más habiendo escrito tantos libros de cocina. Hay publicados muchos recopilatorios de cocina para sorprender a tu marido, montar mesas festivas y elaborar los mejores y más elaborados postres. Bien, pues buscando mucho llegué a una web donde se especifica que la Carnation Company, creó un seudónimo bajo el nombre de Mary Blake.

Os podéis imaginar mi cara, ¿verdad? Ostras, qué desilusión. En mi cabeza ya tenía creada la imagen de esta mujer que buscaba ayudar a las mujeres, diosas y señoras de su hogar, para ser la mejores anfitrionas de su casa, buscando crear momentos inigualables alrededor de una mesa.

Pero no, me encontré con que Mary Blake era un personaje ficticio utilizado por la Carnation Company para promocionar su producto de leche evaporada a través de sus libros de recetas publicados. No siempre es oro todo lo que reluce.

En la imagen de los libros se mostraba una imagen de la supuesta escritora y cocinera Mary Blake. “Ella” fue la autora de todos los libros de cocina de Carnation a partir de 1923 y, por lo tanto, desempeñó un papel vital en las campañas publicitarias de la empresa.

100 Glorified Recipes se publicó inicialmente en 1922; una edición anterior titulada 100 Tested Recipes no se atribuyó a Blake, pero más tarde se revisó con recetas diferentes y se incluyó a Blake como autora bajo el nombre de 100 Favorite Recipes. En la década de 1930, se publicó 100 Recetas Glorificadas con más recetas nuevas y el nombre de Blake unido a la compilación. Esta cadena de revisiones y la fecha inicial de creación del libro explican por qué muchas de las recetas del libro contienen ingredientes caros y difíciles de conseguir en los primeros años de la Gran Depresión.

Con el tiempo la Carnation Company fue comprada por Nestlé.

La leche evaporada, protagonista de sus recetarios.

Como es de suponer, estos libros de cocina en todas sus recetas hacían uso de leche evaporada. Absolutamente en todas y cada una de ellas. Lo que me llevó a indagar un poco más sobre el tema. Ya no solo porque, evidentemente, eran recetas creadas por esta compañía, sino también porque suponía que debía haber una razón tras todo esto.

La Gran Depresión de los años treinta afectó duramente a Canadá, que dependía de los productos agrícolas y de la exportación de materias primas para sostener su economía. Las malas condiciones económicas alteraron significativamente la vida de muchas familias debido al aumento de las tasas de desempleo, lo que obligó a muchas mujeres a buscar trabajo para complementar los ingresos familiares. Al mismo tiempo, los precios de los bienes aumentaron y muchos alimentos eran menos accesibles.

Esto conllevo que durante la Gran Depresión, la demanda de alimentos que proporcionaran nutrientes se convirtieran en una preocupación para las familias. Entre algunos de ellos, la leche pasó a considerarse un producto indispensable durante la década de 1930, sobre todo para alimentar a los niños más pequeños.

Durante esta época, muchos platos y alimentos eran más bien insípidos.

El añadido de leche para elaborar salsas cremosas, pudines, aderezos y postres era muy habitual.

Los precios no regulados, provocaron disparidades entre los productores locales y las grandes corporaciones. Las llamadas “guerras de la leche” consumieron los primeros años de la Gran Depresión en Ontario, ya que los precios de esta cayeron drásticamente, forzando a los productores lácteos a la ruina financiera. Sumado a esto, las grandes empresas y los productores masivos dominaban el mercado, lo que obligó a las lecherías pequeñas junto a los productores locales, a bajar el precio de sus productos para poder ser competentes.

Esto ocasionó que los pequeños productores apenas llegasen a cubrir sus costes. En 1934 se creó la Junta de Control Lechero para regular los precios. Estas regulaciones, que debían ser útiles para los pequeños ganaderos, trajeron consigo las inflaciones de los precios. El resultado fue destructivo para los desempleados y las familias con cabezas de familia varones que se vieron obligados a trabajar en fábricas con salarios bajos durante la década de 1930.

Para complementar la demanda de leche entera, la leche evaporada se consideró un sustituto adecuado.

Hubo debates sobre las condiciones sanitarias y la necesidad de un producto lácteo saludable. Muchos canadienses hablaban a favor de la pasteurización de los productos lácteos, mientras que otros se quejaban de haber perdido la libertad de elegir qué productos compraban. Fue así como la leche evaporada pasó a considerarse una opción segura para las familias cuando los precios de la leche se disparaban o los suministros eran limitados.

100 Glorified Recipes ofrece que la leche evaporada podía ser igual de nutritiva que la leche entera porque para elaborar el producto no se extraía nada de la leche, excepto agua, y por tanto no había pérdida de nutrientes.

La industria de la leche evaporada experimentó un auge a principios del siglo XX, concretamente durante la Primera Guerra Mundial cuando los soldados recurrían a los alimentos enlatados y envasados para sobrevivir en el frente. La leche evaporada se hizo muy popular en Canadá y Estados Unidos, y continuó siéndolo durante la Gran Depresión. Gran cantidad de campesinos canadienses dependían de la leche evaporada, ya que en algunas comunidades el suministro de leche fresca era insuficiente.

En los centros urbanos también se recurría a la leche enlatada, especialmente durante los meses de invierno, cuando la producción de leche se reducía considerablemente. Aunque se deseaba leche fresca, las familias solían guardar latas de leche evaporada en la despensa para utilizarlas en épocas de escasez.

En los años 20, muchos hogares de Norteamérica aceptaron el uso de alimentos enlatados.

Dado que eran fáciles de transportar y facilitaban actividades como el picnic o la acampada. Así, en la época de la Gran Depresión, las familias se habían acostumbrado a depender de los alimentos envasados en lugar de limitarse a los productos frescos y locales.

100 Glorified Recipes muestra la leche evaporada como un gran recurso culinario, ya que podía adaptarse para su uso en multitud de recetas. Además, la leche evaporada podía sustituir a la leche en cualquier elaboración. Tan solo se debía diluir con la misma cantidad de agua.

La leche evaporada desempeñó un papel esencial en la economía de la Gran Depresión, proporcionando a las familias una fuente de alimento saludable que podía almacenarse y utilizarse cuando fuera necesario, a la vez que facilitaba elaborar recetas sabrosas.

Adaptando la receta Jelly Roll Cream Cake – Pastel de crema y cerezas.

Al ver cómo se llevaba a cabo, tenía claro que no iba a seguir la receta tal cual se detallaba. Tenía mis dudas de cómo iba a resultar. Pero, por supuesto, sí mantuve su esencia para poder ser lo más fiel posible a la elaboración.

En el recetario se refieren a la leche evaporada como “Condensed Milk“, leche condensada, o al menos eso era lo que suponía en un primer momento. Me parecía una cantidad de azúcar muy grande puesto que la leche condensada, al menos como hoy en día la conocemos, se elabora con un alto contenido de azúcar. Más tarde supe que se referían a leche evaporada.

En cualquier caso, el proceso de elaboración detalla usar leche evaporada que debemos diluir con agua, obteniendo así leche. En mi caso os muestro cómo hacerla con leche entera, pero sabed que puede hacerse con leche evaporada si lo deseáis.

Para elaborar el rollo de bizcocho, puesto que en el recetario que yo tenía especificaba ver página 47 (y yo no lo tengo, jajaja) usé mi receta de Swiss Roll que os he dejado muchas veces y funciona fenomenal. El relleno de la tarta está basado en el detallado en la receta, pero he modificado algunas cosas.

La crema pastelera que uso no es la que se especifica en el libro, preferí usar la mía que no falla nunca y me gusta mucho la textura cremosa que se obtiene. Esto no implica en absoluto que la del libro no esté buena, que seguro sí lo está. La cantidad de gelatina la ajusté a la cantidad de líquidos totales para obtener una textura suave, pero firme. No quería que el resultado fuera un bloque duro, porque no sería agradable de comer por muy bonito que fuera… Reduje bastante la cantidad total de azúcar y decoré con una crema de mascarpone en lugar de nata montada.

El resultado final, Jelly Roll Cream Cake – Pastel de crema y cerezas.

Una tarta que, a pesar de ser sencilla en elementos, queda muy buena. La textura es muy similar a una mousse, con sabor de crema pastelera y bien de vainilla. La jugosidad del bizcocho con mermelada es el punto ideal para combinar con la suavidad del relleno. He de decir que pensé que los trocitos de cerezas confitadas no me iban a gustar… Pero me sorprendieron bastante. En resumen puedo decir que es una tarta vintage que os va a enamorar seguro 😉

Receta Jelly Roll Cream Cake - Pastel de crema y cerezas

Ingredientes para un molde de 18 cm de diámetro (10 raciones) PARA EL SWISS ROLL: Receta de Guai Shu Shu Mezcla de yemas: Mezcla de claras: Relleno: PARA EL RELLENO DE MOUSSE DE CREMA: PARA DECORAR: MATERIAL QUE NECESITAREMOS Y VISIBLE EN EL VÍDEO:

Elaboración

PRIMER DÍA
Preparamos la mezcla de yemas del bizcocho.
  1. En un cazo añadimos el aceite de girasol y colocamos a calor medio. Dejamos que adquiera temperatura, pero sin que llegue a humear.
  2. Una vez llegado este punto, incorporamos la harina y mezclamos con ayuda de una cuchara de madera. Removemos hasta que ambos ingredientes se integren por completo resultando en una pasta densa y quebradiza de color rubio.
  3. Volcamos a un bol de cristal y dejamos enfriar por completo.
  4. Una vez que haya enfriado, volcamos la mezcla de harina en un bol amplio. Vertemos la leche y mezclamos con ayuda de unas varillas.
  5. Incorporamos las yemas y volvemos a mezclar, lograremos una textura más fluida.
  6. Añadimos la pizca de sal junto con la levadura en polvo y la vainilla, mezclamos de nuevo hasta homogeneizar.
  7. Reservamos.
Preparamos las claras para el bizcocho.
  1. Forramos una bandeja rectangular de 25 x 38 x 2,5 cm con papel de horno, reservamos.
  2. En el bol de la KitchenAid incorporamos las claras y comenzamos a montar con las varillas.
  3. Una vez que comiencen a espumar, añadimos 1/3 del total del azúcar. Comenzamos a aumentar la velocidad de manera progresiva hasta alcanzar una velocidad media alta.
  4. Añadimos el resto de azúcar en dos tandas más.
  5. Montaremos las claras hasta lograr picos suaves, no buscamos picos firmes. Podréis ver la consistencia en el vídeo.
Unimos la mezcla de yemas con el merengue.
  1. Comenzamos a añadir el merengue, lo haremos por tandas y con movimientos suaves y envolventes. En mi caso me he ayudado de unas varillas, es muy fácil que ambas mezclas se integren bien si trabajamos la masa con cariño y sin remover con fuerza.
Volcamos en el molde y horneamos.
  1. Precalienta el horno a 180ºC con calor arriba y abajo. Recordad precalentarlo previamente a comenzar a elaborar el bizcocho.
  2. Volcamos la mezcla en la bandeja de hornear y alisamos la superficie con una espátula o rasqueta.
  3. Introduce en el horno a media altura y hornea durante 15 minutos.
  4. Sacamos, desmoldamos y dejamos enfriar sobre una rejilla.
Preparamos el bizcocho para enrollar.
  1. Con cuidado, retiramos el papel de horno.
  2. Cortamos los extremos más largos para obtener un corte limpio.
  3. Untamos por la superficie la mermelada de cerezas, frutos del bosque o fresas. A nuestra elección.
  4. Enrollamos con cuidado sobre sí mismo. Una vez que esté enrollado, estiramos del papel, del modo que os muestro en el vídeo, para ajustarlo bien.
  5. Cubrimos con film y refrigeramos durante 2-3 horas o bien hasta el día siguiente.
SEGUNDO DÍA
Preparamos el molde para montar la tarta.
  1. Colocamos en la base del molde papel de horno o un disco para tartas, de este modo facilitaremos mucho el proceso de desmoldado.
  2. Cubrimos los laterales con acetato. Si no disponemos de él, podemos usar papel de horno o teflón en su lugar. Si usamos acetato, os aconsejo engrasar muy ligeramente el interior con un poco de aceite de oliva. Reservamos.
Cortamos el rollo y montamos en el molde.
  1. Sacamos el rollo de bizcocho del frigorífico.
  2. Retiramos los extremos para comenzar con el rollo de bizcocho con cortes perfectos y bien equilibrados de relleno. Los extremos siempre tienen un poco menos de relleno.
  3. Cortamos rodajas de 1 cm de grosor aproximadamente.
  4. Forramos los laterales del molde con rodajas del bizcocho que hemos cortado. Procuraremos ajustarlas lo mejor posible.
  5. Cubrimos toda la base del molde con rodajas de bizcocho. Nos quedarán algunos huecos debido a la forma, redondeada, de las rodajas. Cortamos pequeñas porciones, del excedente de rodajas, y rellenamos esos huecos para procurar cubrir la base lo mejor posible.
  6. Una vez montada esta parte, cubre con film para evitar que se reseque el bizcocho y procedemos a preparar el relleno.
Preparamos la crema pastelera.
  1. Ponemos a hidratar la gelatina 20 minutos antes de utilizarla. Disponemos en un bol y cubrimos con agua muy fría, del frigorífico. Reservamos.
  2. En una olla mediana vertemos la leche junto con la nata y la vainilla. Colocamos a calor medio y dejamos hasta que alcance una ebullición suave.
  3. Mientras, en un bol amplio batimos las yemas junto con el azúcar (55 g) y la Maizena, previamente tamizada, hasta homogeneizar por completo.
  4. Una vez que la leche haya llegado a ebullición, vertemos un poco sobre la mezcla de las yemas.
  5. Batimos rápido con las varillas para templar las yemas y evitar que esta cuaje formando grumos.
  6. Incorporamos el resto de la leche poco a poco y mezclando muy bien cada vez.
  7. Volcamos la mezcla en la olla de nuevo y colocamos a calor medio-suave sin dejar de remover. Observaréis que la textura se irá volviendo más densa, pero tardará un poco. Paciencia.
  8. Una vez que la crema tenga una textura cremosa, como la que os muestro en el vídeo, retiramos del calor.
  9. Incorporamos la gelatina, previamente escurrida, y removemos con la varilla hasta integrar completamente.
  10. Vertemos en una bandeja/tupper/fuente (cuanto más amplia, mejor porque enfriará antes). La que he utilizado es esta de Emile Henry (la de tamaño pequeño).
  11. Cubrimos con film transparente a piel, para evitar que encostre, y dejamos enfriar por completo a temperatura ambiente.
Montamos las claras.
  1. Una vez que la crema pastelera haya enfriado por completo, montamos las claras para elaborar un merengue francés.
  2. Comenzamos a batir a velocidad media, una vez que comiencen a espumar, añadimos 1/3 del azúcar (total 30 g).
  3. Esperamos unos segundos y añadimos otra parte. Repetimos el mismo proceso hasta añadir la totalidad del azúcar.
  4. Montaremos a velocidad media alta hasta lograr un merengue firme, pero no extremadamente batido. Esto nos dejaría un merengue muy seco y, por lo tanto, poroso.
Integramos el merengue con la crema pastelera.
  1. Con ayuda de una varilla, batimos la crema pastelera para suavizar la textura.
  2. Volcamos en un bol amplio y comenzamos a integrar el merengue francés. Lo haremos poco a poco, mezclando con la varilla realizando movimientos envolventes para integrar ambos elementos. Obtendremos una mousse de crema pastelera.
  3. Finalmente, añadimos las cerezas confitadas troceadas (previamente escurridas) y mezclamos con movimientos suaves para distribuirlas de manera uniforme.
Rellenamos el molde y dejamos reposar.
  1. Vuelca el relleno en el molde, para ello nos ayudaremos de un cazo. Rellenaremos hasta casi el borde de los bizcochos.
  2. Alisamos la superficie, en medida de lo posible.
  3. Cubrimos con film y refrigeramos hasta el día siguiente.
TERCER DÍA
Preparamos la crema de mascarpone.
  1. Vertemos la nata junto con el mascarpone en el bol frío y comenzamos a montar con unas varillas eléctricas a velocidad 1.
  2. Una vez que comience a tomar cuerpo, añadimos el azúcar poco a poco y sin dejar de batir. Aumentaremos la velocidad de manera gradual, pero sin llegar nunca a la máxima. Lo ideal es una velocidad media.
  3. Batiremos hasta que obtengamos una nata con mucho cuerpo. Pero con cuidado de no sobre batirla o haremos mantequilla…
  4. Introducimos en una manga pastelera con la boquilla elegida, refrigeramos hasta el momento de decorar la tarta.
Decoramos la tarta.
  1. Desmoldamos la tarta y colocamos sobre un stand giratorio para tartas.
  2. Escudillamos la crema de mascarpone por la superficie de la tarta. En mi caso os dejo una sugerencia de presentación, pero por supuesto, siempre podéis llevar a cabo la que prefiráis.
  3. Espolvoreamos un poco de azúcar glas sobre los bordes del bizcocho. Esto os aconsejo hacerlo justo antes de servir porque, debido a la humedad de la tarta, el azúcar desaparece bastante deprisa.
  4. Terminamos de decorar con cerezas confitadas y unas hojas de hierbabuena.
  5. Servimos.

Notas

Solo puedo animaros a preparar estas recetas que, sin lugar a dudas, tienen su encanto. Este Jelly Roll Cream Cake - Pastel de crema y cerezas no es complicado de llevar a cabo, aunque sí es cierto que requiere de varios pasos. En mi caso, por comodidad, lo hice en 3 días, pero puede hacerse en 2 sin problema. Hay ciertos tiempos que necesitamos cumplir para que la tarta asiente y adquiera la consistencia adecuada. El formato original sugiere el uso de cerezas Marrasquino, que sustituí por cerezas confitadas. En caso de que no os gusten, se pueden cambiar por melocotón en almíbar o alguna otra variedad de fruta confitada que os guste más. Espero saber pronto de vosotros y que me contéis ¡qué tal os ha dio con ella! Os deseo un domingo maravilloso. Un abrazo enorme, Eva Fuentes: What Canada Eat Este post contiene enlaces afiliados.
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