A mitad de semana toca recargar energías para llegar al fin de semana de la mejor manera posible. La receta que hoy os voy a dejar no solo es fácil de hacer sino que además es extraordinariamente deliciosa y va a cumplir a la perfección nuestro cometido, ¡un aporte energético!
Hoy os traigo una receta de origen sirio, Chamiat.
Estos pasteles, que pueden confundirse con Baklavá pero que no lo son, están elaborados con varias capas de masa filo, un corazón de mazapán aromatizado con vainilla y agua de azahar, cubiertos con miel y pistachos ligeramente troceados… Una auténtica delicia para los ojos, el paladar y ¡nuestra felicidad!
He de reconocer que la repostería de Oriente Medio y Próximo siempre me ha gustado mucho. En ella puede apreciarse, sin lugar a dudas, dedicación, tiempo y cariño. No solo tienen una presencia elegante, cuidada y delicada, sino que además el conjunto de sus ingredientes es maravilloso sin más.
He buscado información acerca de estos pasteles y la verdad que no he podido encontrar apenas nada sobre ellos. Siempre me gusta compartir con vosotros el origen e historia de cada receta que hago, pero en este caso lo tengo algo complicado… De modo que si alguno de vosotros sabe un poco acerca de ellos, estaría encantada de que lo compartierais conmigo 🙂
Veréis que su elaboración es realmente sencilla, lo único que nos piden a cambio es paciencia y mimo a la hora de montarlos. Una vez que dedicas tiempo a hacer estos pasteles aprecias el valor real que tienen, no solo los ingredientes (que también, puesto que la cantidad de frutos secos es importante) sino al tiempo que hay que dedicar a cada uno de ellos para que parezcan auténticas joyas de exposición.
En casa quedaron encantados con ellos y creo que este año ocuparán un espacio importante en la bandeja de Navidad 😉
Espero que os animéis con ellos y me contéis vuestra experiencia.
Saludos,
Eva {Mrs Hudson}
INGREDIENTES PARA 18 PASTELES:
La receta la vi en Délices d´Orient.
PARA EL RELLENO:
- 350 g de almendra molida
- 115 g de azúcar glas
- 5 g de mantequilla a temperatura ambiente
- 1 huevo L (quizás necesitemos un poco más)
- 1/2 cucharadita de extracto de vainilla
- gotas de agua de azahar*
*El agua de azahar me refiero al natural, el químico es muy potente (por ejemplo el que podamos comprar en “Riesgo”) y una gota daría demasiado sabor. Abajo especifico como hacerlo.
PARA EL EXTERIOR:
- 250-300 g de masa filo
- 90-100 g de mantequilla fundida y enfriada (podemos utilizar ghee si lo preferimos)
PARA DECORAR:
- 50 g de pistachos troceados aproximadamente
- miel
ELABORACIÓN:
Comenzamos elaborando el relleno.
En un bol añadimos la almendra molida junto con el azúcar glas, la mantequilla y la vainilla. Mezclamos ligeramente con ayuda de una espátula.
Incorporamos el huevo y trabajamos la mezcla a mano hasta obtener una masa homogénea y manejable. Si observamos que es demasiado seca y al manipularla se agrieta demasiado, entonces añadimos unos gramos más de huevo pero sin excedernos.
Formamos bolas de 30 g de peso cada una, colocamos en una fuente y cubrimos con film para evitar que se reseque.
Es importante que cubráis la masa de mazapán, de lo contrario se resecará demasiado.
Preparamos la masa filo.
Forramos dos bandejas con papel de horno, reservamos.
Fundimos la mantequilla y dejamos atemperar. Si lo preferimos podemos utilizar ghee, en lugar de mantequilla, para pintar entre cada capa.
Cada pastel constará de 10 capas de masa filo con una superficie de 10×10 cm.
En mi caso he utilizado masa filo ya elaborada, cada paquete trae diez láminas y con él pude elaborar unos 14 pasteles. De modo que necesité dos paquetes de 250 g para poder hacer los 18 pasteles en total.
A la hora de preparar la masa filo podemos hacerlo de dos maneras:
- pintar las capas con mantequilla, superponerlas, recortarlas y formar el pastel
- recortar las capas, pintarlas de manera individual y formar el pastel
La primera opción nos garantiza que la masa filo no se resecará, en cuanto está en contacto con el aire durante unos minutos, comienza a secarse y al tocarla se rompe.
Con ayuda de un pincel pintamos con mantequilla la superficie de la masa filo, lo suficiente para que se adhieran las capas pero sin excedernos, colocamos otra lámina y volvemos a pintar, así hasta colocar las 10 láminas.
Recortamos la masa en cuadrados de 10 cm de lado.
Colocamos una bola de masa de mazapán en el centro y plegamos las esquinas de la masa filo hacia arriba para formar una pirámide.
En caso de que alguna de las capas se despegara o bajara, pintamos ligeramente con mantequilla para unirlas.
Dependiendo de la frescura de vuestra masa filo necesitaréis mayor o menor cantidad de mantequilla fundida para pintar. En principio debería llegaos con la cantidad que os doy, pero podría ser un poquito más.
Colocamos en la bandeja y repetimos de nuevo el proceso hasta formar todos los pasteles.
Precalentamos el horno a 180ºC con calor arriba y abajo.
Introducimos en el horno a media altura y horneamos durante 22-25 minutos, deberán tomar un bonito color dorado.
Sacamos y disponemos una gota de agua de azahar* sobre el mazapán de cada pastel, vertemos una cucharadita de miel (procurando que caiga sobre el mazapán más que sobre la masa filo) y espolvoreamos con pistachos troceados.
*En caso de usar agua de azahar que no sea natural, sino químico, añadiremos 2-3 gotas al total de la masa de almendras y no de manera individual a cada pastel porque daría demasiado sabor y no sería agradable.
Dejamos enfriar antes de consumir (si podéis, porque en mi caso en cuanto estaban templados ya probé el primero 😀 )
CONSERVACIÓN: Una vez que estén completamente fríos, aguantan en perfecto estado (manteniéndose crujientes y jugosos) 6-8 días en una campana de cristal o recipiente hermético. Es probable que aguanten más tiempo, pero en casa no han durado tanto como para llegar a saberlo…