Icono del sitio Bake-Street.com

Zebra Japanese Cheesecake

Que bien sienta comenzar el día desayunado un pedazo de cheesecake, pero no una de las de siempre, si no que además de ser una Japanese Cheesecake (reciente descubrimiento maravilloso para mi y mi paladar) le añadimos el estilo Zebra que hemos visto en numerosas recetas de pasteles, bizcochos…
Una delicia tanto gastronómica como visual.
Me encantó la receta de esta tarta de queso porque tiene una esponjosidad indescriptible y tenía muy claro que la volvería a traer pero algo cambiada. Y así ha sido aunque antes de lo que yo pensaba…
No me lio más y así podréis poneros cuanto antes con esta receta que estoy convencida que os encantará.

Feliz martes,
Mrs Hudson.

La receta la vi en Not Quite Nigella.

Ingredientes:

elaboración:

Preparamos el molde en el que vamos a hornear, he utilizado uno de 24 cm de diámetro. Engrasamos ligeramente con mantequilla y forramos completamente con papel de horno. Por el exterior, forramos minuciosamente con papel de aluminio, ya que la hornearemos al baño maria, para evitar que entre agua en el interior durante el horneado, reservamos.

En un bol resistente al calor incorporamos la crema de queso junto con la mantequilla y la leche, colocándolo sobre un cazo con agua para derretir al baño maria. Removeremos de vez en cuando para ayudar a deshacer el queso y dejaremos hasta fundir por completo los ingredientes.

Retiramos el recipiente del fuego y dejar enfriar completamente. Si observamos que la mezcla tiene algún grumo, con ayuda de unas varillas batiremos hasta disolverlos por completo. Ha de quedar una mezcla muy suave.

Una vez la mezcla se haya enfriado, separamos las claras de las yemas. En un bol amplio incorporamos las 6 yemas junto con la harina, la maicena y el zumo de limón. Mezclamos hasta integrar completamente los ingredientes.

Precalentamos el horno a 160ºC con ambas placas.

En un bol amplio incorporamos las 6 claras de huevo junto con el cremor tártaro y batimos con una batidora eléctrica hasta que estén espumosas.

Vamos incorporando poco a poco el azúcar glass y batiremos las claras hasta formen picos suaves, caerán sobre sí mismos cuando levantas las varillas del recipiente.

Añadimos 1/3 de la mezcla de clara de huevo a la mezcla de queso para suavizar esta última. A continuación añadimos el resto de claras a la mezcla e incorporamos con ayuda de una lengua de silicona, cuidadosamente y con movimientos envolventes hasta estén bien incorporados.

Dividimos la masa en dos partes iguales en diferentes boles. Una la reservamos tal cual está y a la otra le añadimos las dos cucharadas de cacao tamizadas. Incorporamos el cacao a la masa muy cuidadosamente y con movimientos envolventes hasta que se integre por completo. 

Es importante no batir de más la mezcla de cacao ya que ambas mezclas han de tener la misma consistencia.

Para que nos sea más sencillo, incorporamos las mezclas en jarras, de este modo el vertí la masa será más facil a la vez que nos ayudará a acertar en el centro.

Hacemos el primer círculo con masa de queso, realizamos el siguiente con masa de cacao, repetimos la operación alternando capas de mezcla de queso y mezcla de cacao. Hemos de intentar que cada círculo tenga la misma cantidad de masa y procurar que no nos gotee fuera del centro.

Una vez incorporada toda la masa preparamos una bandeja de horno con fondo e introducimos con mucho cuidado y sin inclinar el molde, ya que los círculos se mezclarían, el molde en su interior. Llenamos 1/4 de la bandeja con agua e introducimos en el interior del horno durante 1 hora y 15 minutos.

Cubrimos el cheesecake con papel de aluminio durante la primera hora ya que si no se doraría en exceso. Cuando queden 15 minutos de horneado, retiramos la hoja de aluminio y dejamos que termine la cocción.

Hemos de vigilar que no se tueste demasiado ya que cada horno es un mundo y para lo que el mio tomar el color ideal son 15 minutos igual para el vuestro con 10 es suficiente. De ser así, volvéis a cubrir hasta que acabe la cocción.

Una vez transcurrido el tiempo de horneado, dejamos enfriar completamente en el interior del horno cubierto con la hoja de aluminio ya que seguiría tomando color. Es importante que enfrie dentro porque el cambio brusco de temperatura estropearía el cheesecake.

Una vez frio, desmoldamos y degustamos con todo el placer del mundo ya que es un cheesecake de lo más delicioso.

Se conserva en el frigorífico y el sabor mejora de un día para otro.

Buen provecho!!

 

 


Salir de la versión móvil