Pues si os digo que tenía en uno de los armarios de la cocina un paquete de vermicelli esperando ser recordados… seguro que no os extraña en absoluto. Tengo una adicción espantosa con adquirir todos aquellos productos extraños, diferentes, poco usuales… que me encuentro cada vez que voy a comprar. Lo que ocurre es que, a veces, compro tantas cosas que luego se me olvida todo lo que tengo para probar y cuando lo veo es como si lo volviera a ver por primera vez, que tampoco es malo… ¿no?
Total, que el otro día los vi cuando estaba organizando las cosas y pensé – ¡qué bien me vienen para el próximo post!- En origen, esta receta iba a prepararla con arroz pero al verlos, cambié de opinión. Así que la receta giró para ser estos vermicelli con feta marinado y yogurt de wasabi.
Los vermicelli tienen un origen un tanto difuso…
Siempre se han relacionado con la gastronomía italiana pero hace 11 años unos científicos encontraron restos de un tazón de fideos con 4.000 años de antigüedad situado en China. Estos fideos son muy finos y largos, pueden estar elaborados de arroz, soja, trigo o, como en este caso, de guisantes y habas mungo.
Y ¿qué es esto de las habas mungo? Su nombre real es judía mungo y no tiene nada que ver con la soja a pesar de que, normalmente, se la denomina “soja verde”. Se trata de la legumbre más rica en proteínas que existe, y a esta le sigue la soja, además de contener hidratos de carbono, fibra y muy pocas grasas. Se cultivaron por primera vez en India hace más de 5.000 años, con ellas se elaboran una variedad de dahl (legumbres sin piel), plato básico en Himalaya hasta Kerala, donde las judías se mezclan con gachas de arroz (“congee” – kanji).
Los vermicelli se pueden cocinar tanto hervidos como fritos o salteados y acompañar a una gran variedad de ingredientes.
En mi caso os dejo una presentación adaptada del libro de The Green Kitchen, ellos elaboran este plato con arroz y algunos ingredientes diferentes. Para mi fue un descubrimiento la salsa de yogurt y wasabi… ¡con lo que me gusta el wasabi! Si cuando comemos japonés lo picoteo de vez en cuando con los palillos.. me gusta así, solo, y acompañado ¡por supuesto! Es una versión estupendísima, súper ligera, fresca e intensa. No dejéis de probarla.
Uno de los acompañamientos es queso feta marinado, que en origen era tofu pero… me cuesta comerlo.
Quizás más adelante me termine haciendo a su textura y sabor. Nunca se sabe… Otro descubrimiento, como varia el sabor, de verdad, sorprendente. Sin duda de ese tipo de elaboraciones que hay que tener en la nevera para condimentar ensaladas, verduras… porque creo que no puede ir mal con nada.
Y aquí podemos encontrar una duda ¿qué diferencia hay entre macerar y marinar? Son dos técnicas muy similares pero con funciones diferentes. Según la enciclopedia “Larousse Gastronomique“, macerar es introducir un alimento sólido en un medio líquido donde es el medio líquido el que adquiere los aromas del sólido que hemos introducido. Por ejemplo se hace con frutas y licores, vinos, jarabes… O un aceite al que hemos añadido hierbas para aromatizarlo.
Por otro lado tenemos el marinado. La palabra marinar proviene del latín marinus y significa marino. La primera definición que dio la RAE fue “dar cierta salazón al pescado para conservarlo”; “conservar en crudo ciertos alimentos, especialmente pescado, con adobo de vino, vinagre, hierbas, especias, etc. a fin de que se ablanden y adquieran aroma”, “poner marineros del buque apresador en el apresado”; “tripular de nuevo un buque”.
El proceso de marinar consiste en añadir un sólido en un medio fluido, normalmente con cítricos y/o vinagres, y aromatizado donde nuestra finalidad es que el sólido sea quien adquiera los sabores y aromas que hemos añadido, que el producto se vuelva más jugoso, se cocine ligeramente, ayude a conservarlo durante bastante tiempo o que se reduzca sutilmente su intensidad de sabor.
Dependiendo del líquido al que se someta el alimento este proceso puede tener diferentes nombres: cebiche si es sumergido en zumo de limón o ingredientes similares, adobo si es una mezcla de pimentón y aceite y escabeche si se utiliza vinagre (como haremos con uno de nuestros ingredientes).
Y finalmente el escabeche de jengibre, le da otro punto atrevido y fresco haciendo que el conjunto sea una opción perfecta para el verano puesto que, todos los ingredientes, se sirven en frío. Es como una ensalada un tanto peculiar pero diferente, que no está de más disfrutar de platos que nos despierten el paladar de vez en cuando (no vayan a perder cualidades…)
Os dejo con la elaboración, puede parecer muy larga al leerla pero al final son procesos muy cortos que se hacen en muy poco tiempo. Lo único que debemos preparar con antelación es el macerado de queso feta y el escabeche de jengibre, por aquello de potenciar sabores 😉
¡Espero ver los vuestros!
Saludos,
Eva {Mrs Hudson}
INGREDIENTES PARA 2 PERSONAS:
PARA LOS VERMICELLI:
- 2 madejas/nidos de vermicelli de guisantes y habas mungo
- 15 g de mirin
- 15 g de vinagre de arroz
- 15 g de aceite de sésamo
- sal en escamas
PARA EL QUESO FETA MARINADO:
- 150 g de queso feta
- 35 g de tahini
- 35 g de soja
- 15 g de vinagre de arroz
- 1 diente de ajo grande majado
- 3/4 de chile rojo
- un trozo de jengibre de unos 2 cm rallado
PARA EL ESCABECHE DE JENGIBRE:
- 100 g de jengibre fresco
- sal en escamas
- 60 g de vinagre de manzana
- 20 g de miel
PARA EL YOGURT DE WASABI:
- 100 g de yogurt griego natural
- 6 g de wasabi en pasta
- pizca de sal
PARA ACOMPAÑAR:
- 80 g de brocoli, en ramilletes pequeños
- 1 aguacate
- 1 pepino pequeño
- 4 champiñones Portobello
- 4 rabanitos
- 2 hojas de algas Nori o 3 g si es en copos
- sésamo negro
- sésamo blanco
- unas hojas de cilantro
ELABORACIÓN:
PRIMER DÍA
Comenzamos marinando el queso feta.
En mi caso he utilizado feta en salmuera que viene cortado en pequeños cubitos. Si no encontramos este, podemos comprar el que viene en un bloque y cortarlo en cuadrados de 1×1 cm.
Pelamos el diente de ajo y majamos en un mortero, reservamos. Cortamos el chile rojo en tiras finas, reservamos.
Cuchillo mango de boj Pallarés y tabla Kitchen Craft de Claudia & Julia.
En un bol pequeño añadimos la soja junto con el vinagre de arroz, el tahini y mezclamos. Nos costará un poco disolver el tahini en la salsa pero batiéndolo, lo conseguiremos. Añadimos el ajo majado junto con el chile rojo y el jengibre rallado, mezclamos de nuevo hasta combinar bien los ingredientes.
En un tarro tipo Fido añadimos el queso feta y vertemos el aderezo, mezclamos hasta asegurarnos de que todo el queso está cubierto con la salsa.
Introducimos en el frigorífico hasta el día siguiente.
Hacemos el escabeche de jengibre.
Para hacer el escabeche de jengibre tendremos que retirarle la piel exterior. Aquí voy a hacer un breve inciso para contaros un truquillo que me enseñaron este pasado viernes en un taller de cocina saludable.
Me he pasado toda la vida pelando el jengibre ya sea con cuchillo y pelador, esto es un completo error. ¿La razón? No es una, son dos.
La principal, y más evidente, es que si pelamos con algunos de estos instrumentos perdemos gran parte de la carne de la raíz, desperdiciándola. La mayor parte de los beneficios del jengibre se encuentran justo bajo la piel, de modo que al pelarlo con cuchillo y/o pelador, retiramos también parte de esos beneficios tan saludables para nosotros. Entonces ¿con qué debemos pelarlo? Con una cuchara.
Tan solo tendremos que raspar suavemente la superficie de la raíz con esta y observaremos como se retira con mucha facilidad sin perder nada de la carne de la raíz. Por no hablar de lo fácil que nos resultará llegar a todos aquellos recovecos, tan enrevesados, que tiene el jengibre. Seguimos.
Retiramos la piel exterior raspando con una cuchara. Una vez que esté totalmente limpia, cortaremos en tiras muy finas con ayuda de un cuchillo muy afilado.
Introducimos en un recipiente/frasco hermético de cristal. añadimos el vinagre junto con la sal y la miel, cerramos en frasco y agitamos muy bien para ayudar a disolver la miel en el vinagre. Dejamos a temperatura ambiente hasta el día siguiente.
SEGUNDO DÍA
Hidratamos las algas Nori.
Llenamos un cuenco con agua fría y añadimos las algas Nori, en mi caso he utilizado copos. Removemos y dejamos en remojo durante 20 minutos.
Pasado este tiempo, escurrimos muy bien y reservamos.
Preparamos el yogurt de wasabi.
En un cuenco añadimos el yogur griego junto con la pasta de wasabi y una pizca de sal, mezclamos muy bien hasta disolver por completo en wasabi. Cubrimos con film y refrigeramos hasta el momento de usarlo.
Si no os gusta mucho el picante os recomiendo añadir la mitad, mezclar, probar y corregir añadiendo más si os parece que tiene poco sabor. En mi caso debo decir que me gusta mucho el picante… ¡por eso os pongo sobre aviso!
Blanqueamos el brócoli.
Preparamos un cazo con agua y colocamos a fuego medio alto, dejamos que llegue a ebullición. Mientras cortamos pequeños tallos de brócoli y lavamos muy bien.
Preparamos un bol con agua muy fría y hielo, reservamos.
Una vez que llegue a hervir añadimos la sal e incorporamos el brócoli. Dejamos durante 2 minutos, no debemos excedernos en este tiempo, sacamos con ayuda de una espumadera e introducimos rápidamente en el bol con agua y hielo. Dejamos durante 1 minuto. Escurrimos y reservamos.
Con este proceso favorecemos que el brócoli adquiera una textura muy crujiente además de sacar toda la clorofila y favorecer que tenga un color verde muy intenso.
Cocemos los vermicelli.
Preparamos una olla mediana con agua y colocamos a fuego medio alto, dejamos que llegue a ebullición. En ese momento añadimos la sal y las dos madejas de vermicelli, dejaremos cocer durante 5 minutos removiendo de vez en cuando pasados los primeros 3 minutos.
Mientras preparamos el aderezo. En un bol mezclamos el mirin junto con el vinagre de arroz y el aceite de sésamo. Reservamos.
Llegado al tiempo de cocción, retiramos del calor y escurrimos muy bien. Dejamos que templen ligeramente.
Volcamos los vermicelli en un bol y vertemos el aderezo, mezclamos con ayuda de dos tenedores para distribuir de manera uniforme y favorecer que se impregnen bien. Reservamos.
Preparamos el resto de verduras.
Lavamos el pepino y cortamos en bastones sin retirar la piel. Cortamos el aguacate por la mitad, retiramos la piel y el hueso y cortamos en láminas finas. Rociamos con un poco de zumo de lima o limón para evitar que se oxide.
Lavamos los champiñones y cortamos en cuartos. Lavamos los rabanitos y cortamos en rodajas muy finas.
Montamos los platos.
Colocamos una base de vermicelli de guisantes y habas mungo, disponemos unos bastones de pepino, rodajas de aguacate, el champiñón en cuartos, las rodajas de rabanito, unas algas Nori y espolvoreamos con sésamo negro, sésamo blanco y cilantro finamente picado.
Servimos acompañado del yogur de wasabi, el jengibre en escabeche y el queso feta marinado, que si lo preferimos podemos disponer un poco en la superficie. Esto va un poco en gustos, por si prefieren echarse mayor o menor cantidad, aunque yo aviso que está buenísimo.
¡Buen provecho!
NOTAS:
- Si no os gusta el queso feta o seguís una dieta vegana, podéis sustituir el queso feta por tofu firme.
- Todas las verduras se pueden sustituir por otras que sean más acorde a vuestros gustos.
- Si no encontráis esta variedad de vermicelli podéis usar otra o incluso cambiarlo por arroz o pasta.
Fuentes de información: Cuerpo Mente, Que Es, Larousse Gastronomique.