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Ciambelline con crema de mascarpone

Es la primera vez que preparo donuts horneados en lugar de fritos. De hecho, cuando vi la receta no pensé que fueran donuts sino algún bollo redondo horneado y relleno. Me entraron por los ojos desde el minuto cero. De modo que decidí ponerme con estos Ciambelline con crema de mascarpone.

Intenté ser fiel al proceso de elaboración, pero en realidad lo fui a medias. Los ciambelline que vi en el blog de My panne Burro e Marmellata estaban primero horneados y después fritos. Además de ir rellenos de una crema de ricotta con azúcar. En mi caso opté por llevar a cabo solo un tipo de cocción, en este caso horneados, y después acompañarlos con un relleno de nata y mascarpone.

Por supuesto siempre podéis seguir el proceso de Agostina y cocinarlos con ambos métodos o bien, hornearlos o freírlos.

Desconozco cómo será el resultado de un bollo que horneamos y después freímos para comenzar y terminar su cocción. No como las torrijas, tostadas francesas… que sufren este proceso, pero en distintos pasos. Me refiero a llevar a cabo dos cocciones diferentes en una misma línea de tiempo. Tendré que probar algún día este método y contaros los resultados.

Estos ciambelline o donuts “súper pequeños” son una auténtica delicia. De hecho tienen casi el mismo tamaño que un bocadito de nata. La masa es tierna, esponjosa y muy suave, además de estar aromatizada con ralladura de limón y vainilla. Junto con el relleno de mascarpone la combinación es absolutamente deliciosa.

Tradición del ciambelline de ricotta.

Por lo visto estos pequeños dulces son tradicionales de Regio de Calabria, ciudad y puerto en la Italia meridional. Se consideran parte de los zeppole, que es masa dulce frita (similar a una rosquilla) y después azucarada. También existen versiones saladas que se denomina zippuli.

Es tradición consumirlos en muchas festividades, inclusive Carnaval. Se cree que la tradición de consumirlos en festivos es porque traían buena suerte.

En mi caso, como os comentaba más arriba, he roto un poco la receta original y la he transformado a mi libre albedrío. De hecho, tiene muy poco que ver con la fuente original, pero creo y considero que lo correcto era citar de dónde salió la idea y receta que hoy os traigo.

Los lunes son mejor con música y si es con buena energía, mejor que mejor. Hoy os dejo esta canción que tiene ya ¡15 años!, pero es de esas canciones que siempre que las escuchas siguen sonando igual de bien y son perfectas para hacer lo que quiera que estés haciendo. Make Luv – Radio Edit – Room 5 feat. Oliver Cheatham remix, link a Youtube.

Ingredientes para 30 piezas

PARA LA MASA: PARA EL RELLENO: PARA DECORAR:

Elaboración

Preparamos la masa.
  1. Reservamos 2 cucharadas de leche.
  2. En un bol añadimos la harina junto con el huevo, la leche, la sal y el azúcar. Mezclamos con el gancho a velocidad 1 o las manos para amalgamar los ingredientes.
  3. Añadimos la vainilla junto con la ralladura de limón, continuamos amasando.
  4. Incorporamos la mantequilla en la mezcla y trabajamos para integrarla.
  5. Disolvemos la levadura en la leche que habíamos reservado e incorporamos a la masa. Amasamos de nuevo hasta que se integre por completo.
  6. Amasaremos hasta obtener un buen desarrollo del gluten. La masa debe ser elástica y no quebrarse. Nos llevará alrededor de 30-35 minutos.
Hacemos la primera fermentación.
  1. Una vez que tengamos nuestra masa perfectamente desarrollada, boleamos.
  2. Engrasamos un tupper o recipiente hermético, introducimos la masa en su interior y dejamos levar hasta que crezca 1/3 de su volumen. En mi caso tardó 3 horas a 20,8ºC.
  3. Guardamos en el frigorífico hasta el día siguiente.
A la mañana siguiente...
  1. Sacamos la masa del frío y dejamos atemperar, en mi caso la dejé 3 horas.
Estiramos la masa.
  1. Volcamos la masa sobre una superficie de trabajo limpia y estiramos la masa hasta lograr un grosor de 1 cm.
  2. Con ayuda de un cortador redondo de 6 cm de diámetro, cortamos las piezas. En mi caso, también les realicé un agujero central con un cortador de 2 cm de diámetro, pero este paso lo podéis omitir (si lo deseáis) porque tras el levado la pieza prácticamente se une. Con un cortador de 3 cm es probable que no ocurra.
  3. Boleamos los restos de masa, dejamos reposar durante 30 minutos cubierto con film y volvemos a estirar y cortar para obtener más piezas.
  4. Colocamos en una bandeja forrada con papel de horno, cubrimos con film y dejamos levar hasta que dupliquen su tamaño. En mi caso fueron 3 horas.
Horneamos.
  1. Precalentamos el horno a 180ºC con calor arriba y abajo.
  2. Introducimos a media altura y horneamos durante 9-11 minutos. Tomarán un ligero color dorado.
  3. Sacamos y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
  4. Repetimos el proceso con la otra tanda.
Preparamos la crema de mascarpone.
  1. Vertemos la nata en el bol frío y comenzamos a montar con unas varillas eléctricas a velocidad 1.
  2. Una vez que comience a tomar cuerpo, añadimos el azúcar poco a poco y sin dejar de batir. Aumentaremos la velocidad de manera gradual pero sin llegar nunca a la máxima. Lo ideal es una velocidad media.
  3. Antes de que termine de montar del todo, añadimos la vainilla junto con el queso mascarpone (ligeramente suavizado con una cuchara) y batimos hasta que obtengamos una nata con mucho cuerpo. Cuidado de no sobre batirla o haremos mantequilla…
  4. Cubrimos el bol con film y refrigeramos hasta el momento que vayamos a utilizarla.
Rellenamos los ciambellines.
  1. Introducimos el relleno en una manga pastelera y utilizamos una boquilla estrellada.
  2. Cortamos los ciambellines por la mitad y longitudinalmente.
  3. Rellenamos generosamente y cubrimos con la mitad que hemos retirado.
  4. Repetimos el proceso con el resto de piezas.
  5. Espolvoreamos con azúcar glas y decoramos, si lo deseamos, con una estrella de relleno en la parte superior.
  6. Servimos.

Notas

Estos Ciambelline con crema de mascarpone son un bocado perfecto para acompañar el café, quitarnos el gusanillo de dulce cuando abrimos la nevera, finalizar una comida entre amigos... o sencillamente porque lo valemos y lo merecemos. Como os comentaba en las notas, están mucho más ricos de un día para otro. Los sabores maduran, se concentran e intensifican. Además que el bollo adquiere algo de humedad de la crema y se vuelve increíblemente deliciosa. Esto no quiere decir que el día que los hacemos están malos... en absoluto, pero es de ese tipo de dulces que mejoran con un reposo. Eso sí, en caso de que espolvoreéis con azúcar glas, tendréis que hacerlo de nuevo porque la humedad del bollo y el relleno hace que desaparezca. ¡Os deseo un muy feliz y dulce comienzo de semana! Un abrazo, Eva
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