La leche de almendras es una de mis leches vegetales preferidas, seguida de la leche de avellanas y anacardos.
Recuerdo la primera vez que oí hablar de ellas, me llamó mucho la atención, de hecho ya estaba planteándome dejar de consumir leche de vaca por toda la cantidad de contra indicaciones que tiene, y no me refiero a la lactosa.
Reconozco que la primera que probé fue la leche de almendras y me gustó mucho. Pero al ver la cantidad de fruto que llevaba y, peor aún, la cantidad de azúcares que añadían decidí dar un paso más y elaborarla en casa.
El resultado fue espectacular, una leche blanca, de textura increíble y con un sabor inmejorable. La receta que comparto con vosotros no contiene ningún tipo de azúcar añadido pero, si lo preferís, podéis endulzarla incorporando con un par de dátiles, sirope de Ágave, miel o incluso con plátano.
De este modo dejamos a un lado los azúcares refinados y logramos endulzar de manera más natural. Además podemos aromatizarla con cacao, vainilla…
¿Por qué es tan beneficiosa la leche vegetal?
Es un tipo de leche que no contiene lactosa, gluten ni colesterol, convirtiéndose en un elemento perfecto para personas con intolerancias. Tiene un alto contenido en potasio, vitaminas A, E, B1 y B2, ayuda a mejorar los problemas de gastritis o gastrointestinales. Es muy rica en fibra soluble e insoluble protegiendo la pared del intestino, combate la osteoporosis y, además, regula los niveles de azúcar y colesterol.
Este tipo de leche ya se elaboraba en la Edad Media y se denominaba “amygdalate”. Era muy consumida en los países europeos hasta el este de Asia. Aparecía en un libro de cocina medieval llamado “Viander” de Guillaume Tirel en el año 1375, dedicado a los chefs de los reyes franceses Carlos V y Carlos VI.
En Taiwán, tras la Guerra Civil China, era un tipo de leche muy consumida, incluso más que la leche de soja.
De verdad que no hay nada mejor que hacer tu propia leche vegetal en casa, controlas todos los elementos que interfieren y logramos que nuestro organismo reciba muchos beneficios.
¿Es muy difícil de elaborar en casa la leche de almendras?
En absoluto.
Para llevar a cabo el proceso necesitaremos una tela de quesero o malla. En mi caso he utilizado esta de Tellier, es muy práctica para hacer cualquier tipo de leche vegetal. Su diseño tan llamativo no solo tiene una finalidad estética, el anillo nos ayuda a presionar el fruto hasta que la malla queda totalmente ajustada, en lugar de hacer un nudo.
Este nos permite colocar la mano sobre él, para sostener la malla, y apretar con la otra mano para extraer la leche. De este modo sacaremos todo el líquido hasta dejar en el interior tan solo la pulpa.
Se lava muy bien bajo el grifo, seca muy rápido y se puede guardar cómodamente la tela doblada dentro del anillo.
Esta leche de almendras no tiene nada que ver con las que podemos adquirir en tiendas. Además conseguiremos una mayor presencia del fruto que hayamos elegido. También os recomiendo probar la leche de avellanas y anacardos… ¡maravillosas!
Podremos controlar la cantidad de azúcar (u omitirla por completo) y los añadidos químicos como conservantes, aditivos… que son muy perjudiciales para nuestra salud.
¡Animaos con ella! Encontraréis la receta en el blog de Claudia & Julia 😉